LOS ANTECEDENTES:

Hola, amigos, muy buenas.

Lo prometido es deuda, dicen.

El precio, que uno paga bien a gusto, de hacerse alguna vez en la vida una foto como esta, es, ¡qué menos!, el de contar a los amigos cómo llegó hasta allí:

Vamos a ver si soy capaz de transmitiros con palabras, de llevar al teclado, a la pantalla, emociones, sentimientos, recuerdos, sueños, anhelos, amistades, sensaciones, sabores, olores, pensamientos y vivencias de una de las semanas más intensamente disfrutadas de mi vida.

No sé muy bien cómo, ni cuándo, ni porqué empecé a darle vueltas a la idea de doblar el Cabo de Hornos a vela. Siempre que sale el tema simplifico diciendo que fue a raíz de leer un relato escrito en LTP por Julio Sánchez, «Addabaran» en el foro, amigo, patrón del «Jambo» (apréciese, por cierto,en la foto el detalle de su remera, como llaman por allá a la camiseta, puesta para la ocasión), quién por primera vez me subió a un barco de regatas hace ahora un par de años. La verdad es que en este mundo no paso de ser un novatillo, un recién aterrizado, a quien, por decirlo de una manera que se entienda, «no le tocaba todavía» hacer tan mítica travesía. Pero vaya, entre que uno es de natural inquieto, que los retos me motivan, que desde siempre, desde niño, cuando ni soñaba con que algún día navegaría, he leído novelas y aventuras de todos esos mares, supongo que en alguna estrella estaba ya escrito, desde ni se sabe cuando, desde tiempos muy lejanos. Walter Besteiro, otro buen amigo, me dio el empujón final cuando hace un montón de meses mandó un correo del tipo, «si alguna vez os planteáis tal y tal……mi amigo Atilio Mosca, en Ushuaia, es el patrón ideal.»

La cabeza que no para de darle vueltas, un par de huchas, cuatro lecturas en La Taberna (Urtzi, Magicus Max, etc.), Mar que dice que ella no se viene, pero que ni se me ocurra dejar de ir yo, que disfrute, que sea feliz, total, que cuando me quiero dar cuenta he contactado con Atilio, el proyecto es irreversible y ya no hay marcha atrás.

Llego a Ushuaia el 27.12.12 y, tras un primer susto grande al ser dejado por el taxista en el club náutico equivocado, donde, obviamente, de mi barco ni rastro, finalmente llego al muelle del Naútico de Ushuaia, un único muelle, sin instalaciones, ni baños, ni duchas, ni nada de lo que aquí concebimos como «Club Náutico» y allí está, ahora sí, esperándome,…

EL VELERO «KSAR».

Réplica del legendario «Joshua» de Bernard Moitessier, 13.000 kilos de casco de acero, más otros 4.000 de lastre en su quilla corrida. Aparejado en Ketch. Genova extraño, con el puño de escota alto como un yankee, resultado de unos apaños y recortes para reciclar el anterior, trinqueta viejecita, con sus años, pero en buen estado de uso (sucia como ella sola, eso sí), mayor nueva, de CONCEPT SAILS, Pinedo (Valencia), la velería de Walter, una señora vela con dos manos de rizos y, por último, una mesana que ni fu ni fa. Drizas de trinqueta y mayor, cargadera y rizos, todo en el palo, no reenviadas ni a bañera, ni a ningún sitio. Driza de mesana, igualmente en su palo. A la bañera llegan únicamente todas las escotas (a la alemana, las de mayor y mesana) y las burdas. El resto, cuando se tercia, hay que salir a buscarlo.

Mi primera impresión, que luego se demostrará más que cierta, es que nos vamos a entender perfectamente, que tiene toda la pinta de ser un barco noble, seguro, sin tonterías ni chorradas, pero que no nos va a dejar tirados. me llama la atención lo reducido de su bañera, más pequeña que la de mi chiquitín, pero claro, si piensas que su primer armador, un tal Jean Paul, lo mandó construir para bajarse con él tres meses a la Antártida….bañeritas, las justas.

Por el contrario, su interior es más que confortable, es muy acogedor, madera y bronce por todas partes. Nada más bajar, a babor su amplia mesa de cartas, muy cómoda. Y a estribor una señora cocina. Sigue un buen salón. Precioso. Libros por todas partes. Lleva a bordo una biblioteca náutica en todos los idiomas que dan ganas de quedarte un par de meses, leyendo tranquilo. Más a proa un único camarote, con cuatro literas, dos a cada banda. Y más libros. Seguido de un único baño, amplio que, a su vez, termina en los pozos de anclas, pañoles, armarios y demás. Una estufita de gas se basta y se sobra para mantenerlo perfectamente caldeado, de hecho el saco de dormir, muchas noches, termina sobrando.

Aprovecho y, ya que voy a poner otra foto del interior, os voy presentando a la banda. Este es Pacho, Panchito, un crack, el puto amo. 79 años, instructor de buceo en activo, buzo civil en activo, de esos que vuelan puentes con explosivos, paracaidista, en activo, mil anécdotas, una vida exprimida al límite. Le idolatro y le adoro, y por ese orden, amigos quedan algunos, genios van quedando muy pocos:

Y otra más, esta tomada prestada de su página web (www.veleroksar.com):

Aquí tenéis el barco fondeado, el día 31.12. en Caleta León, Isla de Hornos, con 30 metros de sonda, mientras nosotros paseábamos por tierra, visitando el monumento al albatros, el faro de Hornos, etc., pero bueno, de todo eso ya hablaremos más adelante:

Sigamos con el «KSAR».

Electrónica, la justa. O sea, GPS y sonda. Plotter en el PC y teléfono satelital Iridium. ¿Equipo de viento? No, gracias. Ni lleva, ni se le espera. Atilio, cuarenta y tres años, en el mar desde los quince, navega por sensaciones, no quiere que un chisme le diga si tenemos quince nudos o sesenta.

El barco navega asentadísimo, no es un barco de regatas, claro, eso es evidente. Sus reacciones no son impetuosas, no vira sobre una moneda de dos euros, no es muy muy ceñidor, no, pero, amigo, cómo corta las olas, cómo transmite poderío y fuerza. De hecho, a veces, mirando solo su cubierta de acero, sus regalas, si conseguías abstraerte de que por encima llevabas cuatro velas al viento, si solo mirabas la cubierta y el mar, tenías la sensación de ir en uno de esos pesqueros duros de verdad, o uno de esos remolcadores, que se meten por todas partes, en cualquier condición, pero, eso sí, en tu caso, oyendo solo el mar y el viento. Salvo los cuatro ratos que hemos encendido su motor de 60 caballos, ya se entiende.

No sé si en un par de fotos se puede llegar a apreciar lo que quiero decir, pero vaya, por si acaso, a esto me refiero:

Pues eso, amigos, resumiendo y en definitiva, un gran barco para una gran travesía.

En la próxima entrada os termino de presentar al resto de la banda y zarpamos cuanto antes.

Ilusionados saludos.