PUERTO TORO-CALETA MAXWELL.

Hola, amigos, muy buenas.

30 de diciembre de 2012. Hace 60 años nació Casimiro. Le cantamos un «cumpleaños feliz» más o menos digno, pero claro, en el desayuno, con te y pandulce, pues hombre, cómo aquel. Más ganas le hubiésemos puesto anoche, con los roncitos.

Salimos de P. Toro rumbo al Sur. En función de los vientos, sobre la marcha, decidiremos si terminamos haciendo un SE, o sea, a dormir a Caleta Martial, lo que querría decir doblar mañana el Cabo desde el Atlántico, de E a O, dejándolo por estribor o, por el contrario, terminamos en Caleta Maxwell, para atacar el cabo de W a E, dejándolo por babor. A lo largo del día se verá. De momento salimos con viento de SW, poco, se supone que irá subiendo a lo largo del día y rolando a S y luego SE.

Anoche, tras las magias, las risas, los rones, me quedé un poco desvelado en la litera, estuve leyendo un par de cuentos de Francisco Coloane, de los que integran su fantástico «Cabo de Hornos», recopilación de relatos cortos que reflejan con toda crudeza la dureza de esta región, sus gentes, sus mares. me impresionó»La lobería», un relato sobre la ambición humana en el que unos cazadores de lobos perecen, a consecuencia de sus miserias, dentro de una cueva en que han entrado a cazar «baby lobos de mar» de un solo pelo, recién nacidos. En esas voy pensando cuando los veo por la banda de babor:

Ya he debido decir antes que no llevaba cámara, que las fotos están hechas con el móvil. Y que no soy especialmente aficionado, de hecho he sacado más fotos en esta semana que en toda mi vida. Pero bueno, lo que hay es lo que hay. Otra isla, con un montón de cormoranes, gaviotas y otras aves:

El que da lo que tiene, no está obligado a más.

Ya que estamos, antes de meternos a cruzar Bahía Nassau hablemos un rato de la fauna avistada en estos días.

Sin fotos: al cabo de un rato de pasar la isla con los lobos de mar, vemos una familia de pingüinos de magallanes, en el agua, en la proa del barco.

Delfines, sin parar. Luego os cuento un par de historias de delfines.

Cormoranes, para aburrir. A veces vuelan alrededor del barco, en esas aparecen un par de inmensos albatros, blancos. Los cormoranes se abren, se separan, es como si les hiciesen el pasillo, como si entre ellos se reconociesen la jerarquía. Alucinante.

Pingüinos, «de los normales», unos cuantos. De estos sí hay, al menos, una foto, tampoco para echar cohetes, pero vaya, una foto, al fin y al cabo, nada más adentrarnos en Canal Washington, en el corazón de las Wollaston:

Ahora me sabe un poco mal no tener mejores imágenes, más por vosotros que por mi, pero bueno, ya no tiene remedio. En todo caso, pingüinos son.

Y, ya que estamos, remato la serie de fotos de pájaros y bichos con otras dos tomadas en los días siguientes a la navegadita. Un condor sobrevolándome cuando estaba visitando el Perito Moreno:

Y un halcón en la barandilla del balcón de mi habitación, en Bariloche:

Dejemos los bichos y sigamos navegando. Estábamos recién salidos de Puerto Toro. A estribor, como siempre desde que salimos de Ushuaia hace tres días, Isla Navarino. A babor, Isla Lennox. Es lo que se conoce como el Paso Goree. Cuando termine, cuando dejemos ambas islas por la popa, entraremos en Bahía Nassau. «Mar abierto», más o menos, solo para entendernos. Será la parte más expuesta de toda la travesía. He leído por ahí que no siempre se deja cruzar fácilmente. Si en algún sitio la cosa se puede poner chunga, Cabo de Hornos al margen, será aquí.

Copio literalmente de mis notas de ese mismo día, que para eso se tomaron, en directo, como aquel que dice: «Bahía Nassau es más chica de lo que yo me la imaginaba. Desde Paso Goree ya se ven al fondo, al otro lado, las Wollaston. 12:30h. Parece entrar buen vientecillo. Yo, desde luego, ni de coña iría a motor. Arriamos mesana, izamos trinqueta, pero el puto motor sigue. ¿Me estaré obsesionando? Por lo visto es lo normal. ¿O no? Veremos en que queda, de momento hoy no estamos navegando a vela, sino en un velero. No es lo mismo. Me meto a leer un rato a Coloane, pero, a la cuarta o quinta página…

¡Milagro!

Para motor y empieza la tarde soñada. En mitad de Bahía Nassau, Genova + trinqueta + mayor con un rizo. Yo a la caña. Viento ya era Sur, ahora un poco SE, rola a izquierdas, sigue el role. Nosotros ahora sí, decidimos rumbo SW, vamonos a Maxwel. OK. Ceñimos. A placer….Pingüinos. Delfines (muchos). Entramos en el corazón de las Wollaston por el Canal de Washington. Es increíble, voy esquivando islotes y bajos fondos. Timoneo a placer, hasta el aburrimiento. Esto es increíble. ¿Puede ser que los delfines nos hayan avisado de un bajo? Yo juraría que sí. Al salir del Estrecho, del Paso, enfrente hay un pico de forma piramidal. Ahí es Caleta Maxwell. Los delfines nos acompañan hasta allí. Sube el viento. Más viento, mucho viento, ahora ya a motor, sin velas. ¡Qué pasada!»

A ver qué fotos tenemos por ahí.

Esta primera es justo después de salir del Canal de Washington, lo hemos dejado por la popa. Por cierto, que Atilio comentó que permitido, lo que se dice permitido del todo, no está el cruzar por ahi. Y no me extraña, es un paso complicadillo, yo me lo disfruté a la caña, pero él fue todo el rato a mi lado, pendiente de carta, bajos, islotes, fue el rato que más en tensión le vi de todo el viaje. Cuando hice la foto ya habíamos salido:

La curiosidad de esta otra, al margen de que la foto en si me gusta, transmite fuerza, seriedad, poderío, digo que, al margen de todo eso, esta la hice porque al final del todo, en el horizonte, se intuye, se adivina, lo que se conoce como «El falso Cabo de Hornos». Es un cabo, el primero que encontraban que los que venían del Pacífico y, por lo visto, se parece al auténtico y más de uno se confundía. Bueno, si non e vero, e ben trovatto.

Decíamos, «Al salir del Estrecho, del Paso, enfrente, hay un pico de forma piramidal. Ahi es Caleta Maxwell», es este:

Poco a poco, con fuerte viento, vamos llegando a nuestro destino. Paraje de ensueño, donde fondearemos. Los franceses de Le Boulard ya están allí. Esta es la vista de la Caleta, cuando llegábamos:

Primero se fondea por la proa, con el ancla. Y, una vez largados unos buenos 60 metros de cadena, para una sonda de menos de 10m., viene la maniobra característica de este fondeadero. Por lo visto, si el viento arrecia, y no sería de extrañar, el fondeo puede llegar a ser claramente insuficiente. Es por eso que con la auxiliar se llevan a tierra dos cabos que se amarran a sendos árboles. En nuestro caso la maniobra la llevaron a cabo Marcelo, al remo, ya dijimos que es muy bueno con el kayak y Carlitos, «el rey del as de guía». En menos de media hora lograron cubrir los doscientos metros hasta tierra y en menos de otro cuarto de hora hacer firme el cabo. Cuarenta y cinco minutos de descojono total a bordo, risas, cachondeo, la neumática que en vez de avanzar retrocede, uno que no se cae al agua de milagro, risas, «tranquilo, Marcelo, que esto en el club de kayak no lo cuento», fotos, felicidad, armonía. En mis notas puse: «Maniobra de fondeo con cabos a tierra más divertida de la Hª. Con menos de media hora cada arbol, solucionado.»

Detrás de Casimiro, el cabo a tierra por la aleta de estribor

Tomada desde la proa, se ven los dos:

La carne está en el horno. Pancho está cortando una picadita de salami y quesos y la primera cerveza está al caer.

Luego abriré una botella de QUARA 2012, Valle de Calayate. De la región de Salta, en el Norte de Argentina, a 4.000km. de donde estamos. Es un vino joven, sin especial ciencia, 100% Cabernet Sauvignon, se hace a 1.800m. de altitud, que se dicen pronto.

Pancho nos cuenta cuatro anécdotas, de cuando buceó en la Antártida, otras de cuando dedicó todos sus ahorros a buscar un barco hundido, cargado de oro. Lo encontraron, sí, pero del oro ni rastro. Eso sí, parece que hallaron vino en aceptable estado de conservación.

Soy inmensamente feliz, aquí, muy cerca ya del fin del Fin del Mundo. Ya huele a Cabo de Hornos. Mañana será un gran día, pienso, como si todos estos no lo estuviesen siendo ya.

Ilusionados saludos, amigos.