drink team al completoHola, amigos, muy buenas.

Ahí les tenéis, de izquierda a derecha, Ximo, Sylvie, Eduardo, Jose-Desi y un servidor. El Dessert Drink Team al completo, la víspera de la salida de la carrera. Mis amigos, con los que he compartido ratos inolvidables, fantásticos, que recordaré siempre con especial cariño.

Los dos días previos a la carrera, ya en el «bivouac», últimos preparativos, nervios, dudas, los pasé especialmente tranquilo, el primer objetivo, haber llegado hasta la salida, estaba cumplido. A mi, en mi fuero interno, de verdad, eso ya me parecía un milagro. Me había medio cuidado -un poco, no vayáis a pensar-, me sentía bien, fuerte, motivado, estaba con muy buena gente disfrutando del momento, de la tensión, qué más podía pedir a la vida en esos momentos. Sí, los dos días previos fueron fantásticos.

La salida, ciertamente muy emocionante.

La primera etapa fue dura, pero no la percibí, ni mucho menos, tan dura como la gente comentaba por la noche, en la llegada. Quizá porque fue exactamente la misma que ya había corrido en 2009, no sé, pero se me hizo bastante más llevadera de lo que todos decían. Llegué muy entero, sobrado de todo, de tiempo, de fuerzas, con la sensación de que aquello iba bien. Sí, había pasado mucho calor al medio día atravesando las dunas de Merzouga, calor de verdad, pero con eso ya se contaba, joder, a eso se supone que veníamos, ¿no?

El segundo día, más de lo mismo. Calor, arena por todas partes, la boca seca, reseca, la garganta seca, reseca, los pies que empiezan a avisar de que te vayas preparando para ampollas, llagas y demás putadas, que no van bien dentro del hornito que representan las polainas, etc., pero vaya, nada distinto del día anterior, ni de otras veces. Llego bien al CP1 y razonablemente bien al CP2. No me duele nada, no me pasa nada, se supone que todo va bien. Salgo por un terreno asqeroso, árido, de dunnetes, unas dunillas pequeñas, no llegan a la categoría honrosa, digna, de dunas propiamente dichas, por decirlo técnicamente, son una p.mierda. Y la cabeza se pone a reflexionar, a darle vueltas a una serie de ideas que, en otro momento, con otra perspectiva, hubiese cortado de raiz. Pero que, sorprendentemente, en lugar de apartarlas de mi, me encontré analizando, considerando y admitiendo que no eran sino la pura, lisa, clara verdad. Que no eran «cantos de sirena», como otras veces he denominado a la idea de abandonar, sino la más elemental y lógica de las decisiones. De la que, por cierto, ni me arrepentí luego, ni al rato, ni al día siguiente, ni lo he hecho hasta hoy.

Trataré de explicar, ahora, delante de una pantalla, lo que me pasó por la cabeza esa tarde, sobre el km. 30 de la segunda etapa. Eso que estaba haciendo, queiero decir, en lo que realmente consiste correr Sables, esto es, pasar calor infinito, tragar polvo y arena, joderte los pies, sufrir fatiga extrema, cargar con una mochila por las p.dunas, eso no me gusta. Para que nos vamos a engañar, no me gusta ni poco ni mucho. Pero no es que no me guste a mi, es que no creo que le guste a ninguno de los mil y pico que por allí andábamos. Salvo que sea masoca o gilipollas, esas cosas no gustan a nadie. Lo que nos gusta no es correr Sables, es haberla corrido. Haber corrido la Marathon des Sables, eso sí es una experiencia, eso sí es algo bonito, la idea de «haber pasado por ahí» y haber llegado al final, esa es la historia. No nos gusta hacerla, nos gusta haberla hecho. Y ese deseo de haberla completado, ese anhelo de tener tu medalla, tu camistea de finisher, tu gloria infinita, ese es el que puesto en el otro lado de la balanza hace que ni el calor sea extremo, ni la arena pase de una mera anécdota, ni las ampollas sean para tanto. El viejo y sencillo mecanismo de la balanza con sus dos platillos.

Pues bien, el platillo de la derecha se me vació de golpe. Dejó de apetecerme «haberla hecho». O, mejor dicho, dejó de compensarme lo suficiente para seguir. Era como si me diese igual. Se me quitaron las ganas, no de seguir, de sufrir, de pasar por ahí, que de esas, insisto, nadie que esté cuerdo tiene muchas, sino las otras, las buenas, las de estar del otro lado de la meta.

Seguí un rato dándole vueltas, recordando 2009, a ver si por ahí me venía la inspiración. Y fue justo al revés. De entonces, todos los recuerdos buenos, lo que de verdad me hizo volver encantado, mis mejores vivencias, se concentran mucho más en un par de días en un pueblito, Erfoud, con «mi secretario», un crío adorable, que realmente en el desierto. Bueno, sí, también en una noche bajo las estrellas y un canuto que me fumé dentro del saco de dormir mientras las admiraba. Pero esta vez no iba a fumar nada y empecé a tener la sensación de que me apetecía mucho, pero mucho mucho, perderme en cuaquier ciudad y estar con la gente, relacionarme. Marrakech, Marrakech, Marrakech, como un mantra, a cada paso, Marrakech, Marrakech, Marrakech, no la conoces, dicen que es preciosa, desde Ouarzazate solo son cuatro horas de taxi, no seas tonto y aprovecha, bla, bla, bla. Marrakech, Marrakech, Marrakech, ya digo, como un mantra.

No me dolía nada, nada especialmente, quiero decir, más allá de la fatiga «lógica». No me pasaba nada, nada raro. Simplemente, ya había tenido suficiente desierto, Para mi, haber llegado a la salida y haber hecho un par de etapas eran más que razonable resultado. Me apetecía más irme a Marrakech un par de días que «haber corrido Sables». Y así lo hice. Me retiré, no sin cierto esfuerzo, no me dejaban, no lo entendían, pero si está Vd. bien, si lo que queda es lo más bonito, esto y lo otro. El dialogo final, impagable: «¿Do you need a doctor? No, gracias, un doctor no, lo que necesito es un psicoanalista y me temo que Vd. no me lo puede ofrecer»

Y ya está, c´est tout. Los dos días en Marrakech no los cuento, que este es un blog decente. Inconfesables, de verdad.

Esa tarde, la de las reflexiones durante la segunda etapa, no os extrañe si agún día la recuerdo como uno de esos momentos que te cambian la vida. Además de los tópicos (fracaso es no haberlo intentado, y tal y cual) sí me quedo con la idea del fin de un ciclo, de una manera de ver según qué cosas. Empecé en esto de las carreras en 2001, apuntándome a una maratón. Pero claro, eso «lo hacía cualquiera», bueno, al año siguiente cinco, luego seis, sí, sí, pero todavía mucha gente, vale, haremos tres en tres semanas (Valencia, Sevilla, Barcelona), sí pero no, es poco, vale, ultrafondo, trails, maratones de montaña, los 101 de Ronda año tras año, y triatlón, eso, eso, pero que sean largos, ¿Qué tal un IM? Es poco, OK, haremos tres, y Sables, y más, y más, a ver si se dan cuenta todos de que somos los mejores, los más grandes, los que no encuentran reto que no puedan …….. Y, de repente, en mitad de una asquerosa dunette de esas te dices, chaval, tu lo que estás es tonto perdido. Gilipollas perdido. Haz lo que te guste en esta vida, disfruta, ensánchala, sé feliz y déjate de chorradas y retos, déjate de andar demostrandole al mundo lo chulo que eres, que ni es verdad ni a ellos les importa una mierda.

Tomo nota, veremos hasta cuando. El dorsal de Ronda lo he regalado. Correré por placer, algún rato, espero, cuando me apetezca, voy a hacer las cosas por el placer que me produzca hacerlas. Insito, «hacerlas», no «haberlas hecho», que esa es la historia, voy a seguir ensanchando la vida (*) y tratando de ser feliz.

Esas reflexiones, además de los dos días inconfesables, me traigo del desierto. Ya que lo de Marrakech no, dejadme al menos que las reflexiones sí las comparta con vosotros. Si es que queda alguien ahí, al otro lado de la pantalla, que tampoco está muy claro.

Aprovecho y os cuento también, telegráficamente:

a) Que he aprobado el examen de Capitán de Yate.

b) Que vuelvo a ser Presidente de la Falla, este año, además, con Macarena de Fallera Mayor. Para todo lo demás, Mastercard.

c) Que en Tinto y Oro, donde sigo de Presidente, va todo muy bien. El sábado pasado nos escapamos a Puertolaca, en Santisteban del Puerto (Jaen) a torear unas vacas, con una de ellas, la más fuertecita, disfruté.

d) Que navegar no estoy navegando lo que debiera, pero que nos hemos inscrito a una regata en Julio, la de las 1.000 Millas que espero disfrutar a tope.

Ilusionados saludos.

(*) P.C.: La idea de ensanchar la vida no es mía, la tomo prestada de Antonio Gala. Como nos vamos a morir en cualquier momento, cada uno cuando nos toque, dado que no podemos alargar nuestras vidas, si quieres vivir más, ensánchala. Si haces más cosas cada día, vives más. Yo en esos paseos por las dunas, le he añadido una tercera dimensión. Si además de hacer más cosas las saboreas más, las disfrutas, las vives con más pasión, vuelves a estar viviendo más. Ensancha y profundiza la vida. O, lo que viene a ser lo mismo, CARPE DIEM. Lo que pasa es que muchos lo dicen, pocos se lo creen y menos aún lo practican de verdad.