Hola amigos, muy buenas.

 Se terminaron las vacaciones deportivas, volvemos a buscar el camino, una nueva temporada por delante, nuevos objetivos, nuevas metas, nuevos sueños, la misma ilusión de siempre. Espero.

 Pero, antes de entrar en detalles, tiempo habrá, permitidme contaros lo del sábado pasado. Cuando era niño, con cuatro, cinco, seis, siete años, cada año por Navidad nos instalaban un circo justo enfrente de mi casa, debajo de mi ventana. Cada año, desde el día que llegaban mi mente soñaba que cuando desmontasen me armaría de valor y me iría con ellos, por ahí, a recorrer el mundo. Nada me hacía más feliz que soñar que era uno de ellos, que me había escapado de casa. Mis fantasías volaban durante todas las fiestas con mis ídolos del circo, mis compañeros en un futuro inminente. Cuando se acercaba el día clave, el día en que desmontaban todo y desaparecían de mi vida me iba armando de valor, «este año sí, este año sí, esta vez no vas a fallar, etc.» Pero año tras año llegaba el momento decisivo y me faltaba valor, no me atrevía, me quedaba en mi ventana, toda la tarde, llorando, sufriendo mi incapacidad, mis miedos, mi cobardía. El circo se iba y mi único consuelo venía a ser algo así como un «del año que viene no pasa». Supongo que esas ensoñaciones infantiles debieron tener algo que ver con mi afición por la magia, por los viajes, por las gentes, por la vida. No sé.

El sábado pasado volví a llorar un rato con lágrimas de aquellas, con una sensación muy parecida. Pepa, mi secretaria, mi amiga, la extraordinaria «Pepa Dolz», o «Sweet Josephine», que de las dos formas se anuncia, a quien los lectores falleros conoceis del concierto de San Juan, los mediomaratonianos del concierto de la comida del año pasado, los castillopujadores del concierto en casa en la Pujada 2007, los más íntimos de los bautizos de Pepe y Macarena, digo que Pepa me invitó a un conciertillo, informal, en el Puerto de Valencia, delante mismo del Veles y Vent. En homenaje/despedida anticipada a Joloc, su guitarrista, quien junto con un amigo, Kike, zarpará el próximo día 15 para dar la vuelta al mundo en un velero. Mañana preciosa, música de escándalo y yo soñando que me subía al barco y me iba dos años y medio con ellos y, claro, sabiéndolo imposible, echando unas lagrimitas a cuenta de «mi cobardía», escondido tras las gafas de sol, como cuando de niño no tenía cojones -con perdón- de bajar la escalera y marcharme con los del circo.

 En fin, son cosas que pasan, os dejo un enlace a su web -muy chula- , donde teneis más detalles de la aventura. Suerte, chavales.

 Como digo, la vuelta al mundo, lo que se dice la vuelta entera, no. Ahora, alguna etapilla……si de repente dejais de saber de mi durante dos o tres semanas, ya sabeis donde buscarme.

 Ilusionados saludos.

 P.C. de temas atlético-deportivos, ya os cuento con más detalle otro día. De momento todo mal y empeorando, pero si Dios quiere ya por poco tiempo. Estoy tratando de mandar órdenes a las neuronas para que vayan organizándose un poco y poder empezar a sentirme en el camino. ¿Objetivos? Maratón Valencia digna, Ironman Frankfurt a tope, 101 Ronda y, con la calderilla, NY City Marathon. Veremos.