Hola amigos, muy buenas.

Aquí seguimos, en el camino, tratando de hacer las cosas lo mejor posible. A ratos, incluso, consiguiéndolo.

Ayer, miercoles, como ya os conté, nadé un rato por la mañana, 25´, en la playa. Al medio día conseguí salir vivo de una comida con un cliente, sin probar el vino, sólo dos claras me bebí. Lo que me permitió estar a las siete de la tarde en el rio para correr un rato tranquilo, sin ninguna prisa. Tan solo al final, ya de regreso, me recogieron por banda una amiga, Nunci, y un corredor de esos flacos, flacos, que iba con ella. Empezaron a preguntar por el IM, por la preparación, que si estarás entrenando mucho, que si es una paliza, y, claro, a cada pregunta yo escaqueándome, «no, no, si yo entreno lo justo y siempre muy despacito» y ellos subiendo un poco el ritmo, se ve que para quedar bien con el triatleta, debían pensar que para todo un Ironman íbamos demasiado despacio. Y otra pregunta, que si tú doblas entrenos y esas cosas, y yo que no, que no, que que va, que hasta ahí podíamos llegar, que, como mucho, lo que hago es nadar un rato por la mañana, pero eso no lo considero entreno. Y ellos otro puntito más de ritmo, yo ya puteado, sin excusas, jadeando, las pulsaciones a 172, pero claro, vas hablando, eres un tío educado, se interesan por ti, ¿qué vas a hacer?, aguantas un poco más. Otra pregunta, que si cuántas horas semanales, y el penúltimo cambio de ritmo, van a terminar reventándome, joder, pocas horas, muy pocas, no se darán cuenta ellos solos de que están acabando conmigo, o qué. No bajan el ritmo, al contrario, cada vez un poquito más. Pues nada, a grandes males, grandes remediso. Contraataco, les cuento que el año que viene me voy a Sables, me hago un poco el chulo, aprieto yo cien metros a saco y al llegar a la altura del punte del Real les hago un visto y no visto que ni el mismo Houdini y me subo al club. En total 45´muy correctos, los últimos siete u ocho bastante más rápidos de lo deseable. En todo caso, un buen entreno. En agradabilísma compañía, por supuesto. Nunci, si pasas por aquí, de lo anterior ni caso, es todo coña, obviamente. Fue un placer.

Hoy, jueves, no me he levantado para nadar. (En todo caso, en el plan no me tocaba tampoco, de haber bajado a la playa hubiese sido a mayor abundamiento). Estaba molido esta mañana, he preferido dormir una hora más. Por la tarde, a las 3 y 1/2, con todo el calor que os podais imaginar y más, he salido con la bici para hacer dos horas y media + 40´de carrera. Penosas sensaciones al principio, calor, no voy bien, la bici hace unos ruidos rarísimos, cadena, piñones, pedales, toda esa parte necesita claramente un engrase. Llego al Saler (media hora) y decido darme la vuelta, no puedo con mi alma, el ruidito me mosquea, hoy no es mi día. Llegando a Pinedo, ya a cuatro kilómetros de casa, en una rotonda a la entrada del pueblo se me cruzan los cables. No me siento bien dejándome el entreno a medias, ¿qué soy, un triatleta (con perdón) o una nenaza?, así no vamos a ninguna parte, tiro de Espíritu Finisher, sí, ya veis, malgastándolo para un p.entreno, así son las cosas. Media vuelta de nuevo, otra vez hacia El Perelló. Poco a poco empiezo a sentirme medio bien. La bici deja de hacer ruiditos, como si se hubiese engrasado sola, en el Perellonet me doy la vuelta, ahora sí voy definitivamente a gusto, fuerte, convencido, como Dios manda. Mucho rato acoplado, mucho plato grande, rodando bien. De repente me vuelve a pasar una cosa curiosa que ya me pasó el lunes, cuando tras la carrera a pie estaba entrando en el agua para darme un baño. Cuando más a gusto estaba rodando me sale, en voz alta, hablando solo, como si estuviese majareta, una frase. La frase. Digo, me digo, recreándome en ella, «LA VIDA QUE NOS MERECEMOS». Transición en el trastero de casa y, todo seguido, corriendo a la playa. Que, por cierto, estaba que no cabía un alfiler. 40´de carrera, sin más novedad, mucho calor que no me da la impresión de que me afecte mucho, no me cuesta correr, me siento muy bien, la bici me ha dejado pletórico de moral. 

Entrando al agua, para el bañito final, se me ha vuelto a escapar. Ya verás, ya, me voy a tirar tres semanas dándole vueltas a la frase, a la idea, qué coño, en el fondo es la pura verdad, es la vida que nos merecemos. Y, además, me trae maravillosos recuerdos del Campus de Altea, en abril, cuando por primera vez se la escuché a gente que admiro y quiero. Suerte en NIza, Toni.

 Ilusionados saludos.