Hola amigos, muy buenas.
Aquí andamos, haciendo lo que podemos. Tratando de que si nos apartamos un poco del camino, que la carne, en el fondo, es debil, sea hasta distancias más o menos reversibles. Dicho de otro modo, toreando al natural las contradicciones del alma, que no son pocas. Acompañándolas, tratando de no forzarla tanto que se termine derrumbando, intentando parar las tentaciones, templarlas y mandar en ellas (como hacía, sin especial esfuerzo, estas últimas dos o tres semanas, que sí he mandado de verdad). Pero, por otro lado, si no se puede, al menos intentando no perder del todo la compostura, acompañar las circunstancias, darles pases sin forzar demasiado, sin que el conjunto de la faena se nos venga abajo, confiando en la enésima resurrección. En esto, en eso de los toros, se acostumbra a decir que quién tiene la moneda la cambia. Pero para eso se ha de estar ahí, en en el camino. Es lo que llevo intentando estos últimos tres días, cambiarla.
El domingo, tras el buen entreno y el cuasi-glorioso 84.1 que, a título meramente testimonial e ilusionante, todavía figura en el post-it de la cabecera (y una inmediata muy simpática comida familiar en «La Cantinella, a tutti-plen) vino el mazazo de lo de Pepe «El Peixero». Aún no lo he terminado de asimilar. Me jode por Godayla, su amigo, me jode por Ximo, su sobrino, me jode por todos los que de vez en cuando corremos un rato sin más pretensiones que volver a casa más o menos felices. Especialmente mal me supo no poder asisitir el lunes, por el puto trabajo, a su funeral. El domingo cené, supongo que con pocas ganas de andar cuidándonos mucho, en casa de su prima, Alicia, y esposo, mi amigo, compañero del alma, compañero, Josepepe. Quienes, por cierto, hoy andaban también de médicos. Cruzo los dedos, toco madera, etc.,etc.,etc….
Lunes, los 40´de carrera a pie se terminan convirtiendo en «entrenamiento para la Pujada al Castell con Macarena». Esto es, veinte minutos, veinte, ni uno más, alternando al 50% trotar muy despacito y andar por la playa, esquivando las aproximadamente 200.000 personas a punto de empezar el desenfreno de la noche de San Juan. O sea, a efectos prácticos, digamos que semidescanso. Nada.
Cena en Calabuig. Ni mal del todo ni, por supuesto, bien.
Martes, o sea, ayer, descanso total. Total, total.
Hoy, miercoles, tenía natación y 40´de carrera a pie. Nadar no he nadado, por la mañana no tenía ganas, por la tarde menos. Lo que sí me he obligado a hacer, pese a no apetecerme mucho, ha sido correr un rato por el río. 45´, los primeros 35´de risa, sobre 125-130ppm., los últimos 10´mínimamente más en serio, a 157 de media. Menos da una piedra.
Cena en Casa Montaña, uno de mis clásicos de siempre, con Mar y Macerena, (Pepe está en Denia, con los abuelos). Lo de toda la vida, copa de Möet, botella de Emilio Moro, las tapas habituales, clóchinas valencianas, auténticas, de lujo, anchoas de verdad, montaditos de brandada de bacalao, ensalada de tomate de huerta, ajoarriero, el espectacular solomillo de buey trinchadito con ajitos tiernos, un mixto de queso, Espadán incluido, trufas, cafés, moscateles, che, lo típico. He dejado reservada la sala de catas para montar una buena el jueves 24 de julio, ya de vuelta de Zurich, una cena/cata con un grupo de compañeros/amigos, tras ver a Ponce descerrajar por treintaytantasava vez la puerte grande del coso de Valencia.
Resumiendo, que a ver si mañana, aunque por la noche hay partido de España en la Falla, con pantallas gigantes y todo el peligro ruso del mundo, digo que a ver si mañana, pese a todo, soy capaz de retomar el buen rumbo. Por lo pronto ya llevo la bici en el maletero del coche para rodar con Paz dos horitas y media por El Bosque al medio día, más 40´de carrera a pie. Revisada, engrasada, ajustada, con cadena nueva, manillar más bajo, cámara y cinta de manillar nuevas y, sobre todo, limpia como los chorros del oro, que básicamente para eso la dejé el lunes en el taller, para que me la devolviesen limpita. El resto, como aquel.
Por cierto, ¿Dónde revisan, engrasan, ajustan, renuevan, bajan, cambian y limpian neuronas? Mi peso en vino pago por esa información.
Ilusionados saludos, amigos. ¡Si no fuese, a veces, por vosotros!
Repartios unos cuantos abrazos.
¡Joder, Casa Montaña!. Acuérdate que el pasado maratón de Valencia quedamos que la siguiente sería allí. Lo primero es levantar el ánimo. Después levantar la disciplina y luego disfrutar con lo que hacemos. Veo que túsigues por el camino y en ello estamos apoyándote. No entrenes demasiado a Macarena que al menos no llegue demasiado delante mío… ¿Si la zagalica está concentrada en la carrera, vamos en correrla?, ¿quién «fabricará las medallas?. Este año tendrá que tomar la responsabilidad en solitario el Sr. Presidente. Preséntale mis respetos y mi dorsal que sea tan bonito como el del año pasado que guardo como «oro en paño». Un besico para Mar.
Hoy, el camino te lo van a marcar esas risas que te vas a pegar a costa del peligro ruso en tu falla…ya verás…
Y sorry, no sé donde hacer la renovación neuronal…y encima el vino no me gusta…pero vamos, si lo cambiamos por cervezas y me entero, paso rápido a contartelo.
Besitos.
Ps: he visto que al final pasaste el sábado por Alzira…¿encontraste la murta?
Hola guapa. Mucho ruso en Rusia, muy buena la ensaladilla. Y los polvorones, ¡qué polvorones en la Estepa…!
7-1 a los buenos. Efectivamente, nos hemos reido a base de bien, lo hemos pasado como hacía tiempo. Pantalla gigante, toda la falla allí, canticos, fiesta, una pasada.
El sábado pasado, efectivaente, terminé el entreno de bici en Alzira, pero las cuestas las hice antes, por Cullera. Gracias, en todo caso. A la Murta esa nos escapamos con las bicis en cuanto tú digas.
Un beso.
A ti, Paco, ni besos ni na. Sólo muchos recuerdos de Margarita Seisdedos, la madre de Tamara, que andaba hoy por la falla. Eso sí, la mujer se ha repartido, tres antes del descanso, latas de cerveza, digo, tres después, tras el bocata, uno con cada rosco, whiskies. Yo no maldigo mi suerte, porque triatleta nací….
Un abrazo, golfo.