Hola amigos, muy buenas.

 El viernes, tras las reglamentarias cuatro horitas de sueño, me levanté y me dirigí al Ateneo, donde a las 9:30 tenía citado al grupo de acompañantes de los congresistas. Excepto los dos chavales de Valen, el resto mujeres. Con mi amiga Teresa Pérez, de los Pérez de toda la vida, extraordinaria guía local de Valencia a la que acabó resultando que conozco desde antes de que naciese, con el autobús de Gómez Gómez, de los Gómez Gómez de siempre, con agua por todas partes y, sobre todo, con mucha ilusión salimos dispuestos a dar una vuelta por la «Valencia moderna». Palacio de Congresos, les invito a todas a un café en el Hotel Sorolla Palace, 5*. Para de llover. La visita prosigue con recorrido por el viejo cauce del Turia, museo fallero, Ciudad de las Artes y las Ciencias, Port America´s Cup y agradabilísima comida en la terraza de La Velería. Buenas vibraciones, buena gente, nos reimos, se les ve a todas felices.

Por la tarde, 19:45, en el Principal, uno de los platos fuertes del Congreso. La «Maldita Gala» en los carteles, para mi, simplemente, «La Gala de Jandro». Admiro a Jandro y le quiero. Y por ese orden. Como dijo hace muchos años, pero muchos muchos, José Luís Coll presentando a Moncho Borrajo en su debut en Madrid, en la Sala Cleofás -ya ha llovido desde entonces- «amigos quedan algunos, genios quedan muy pocos». El Congreso ha girado, todo él, alrededor del lema «Magia clásica versus modernidad». La Maldita Gala debía ser la transgresora, la vanguardista, la atrevida, la divertida, la provocadora, la inesperada. Magia de contrastes, escribió por ahí, en algún programa de mano su director, mi amigo.  Uno debería salir flipado o indignado, pero nunca indiferente.

A fe que Jandro lo consiguió.

De entrada, una genialidad marca de la casa. Hay mucha tontería en el mundo de la magia con los magos de fuera. Parece que si no citas de carrerilla ocho o diez nombres americanos como si tomases café con ellos cada tarde eres un paleto.

Jandro presenta a Rostov, un supuesto mago ucraniano «al que nunca hemos visto actuar, que nos han recomendado». Sale un tío malo, pero malo malo, haciendo unos juegos impropios no ya de todo un Teatro Principal, sino de cualquier sitio. La gente no sabe si reirse o llorar, unos apluden timidamente, otros se miran incrédulos, no puede ser, no pueden haber traido a un tipo tan sumamente malo. Jandro manda parar la música, entra en el escenario y se lleva a Rostov. Una cámara les sigue. En la pantalla se les ve discutiendo, se ve como le saca del teatro con cajas destempladas y un coche, a toda pastilla, se lo lleva por delante. Inconmensurable inicio. ¡Cuánta crítica, cuánta ironía, cuánta mordacidad! Qué mal se debieron sentir unos pocos que ya andaban por ahí loando las maravillas del inexistente Rostov, el ucraniano. Del que, por cierto, obviaremos el enlace a su página web.

A continuación, entre gags y magias del presentador, pasaron por el escenario tipos tan variopintos como Stevie Starr, el regurgitador, algunos igual le conoceis de El Hormiguero, el tipo ese que se traga peces vivos, bolas de billar, gas, bombillas, monedas, y luego la va sacando todo según le apetece. Él, en lo personal, quiero decir, es un imbécil, con perdón. Dió el coñazo a la organización con sus excentricidades y chorradas todo lo que supo y más, pero hay que admitir que el público en el teatro alucinó. Que, en el fondo, es de lo que se trataba. Jerome Helfenstein, con el espectáculo de sombras chinas, bueno, en realidad algo más que eso, de luces y sombras, «ombromanie» lo define él en su web (muy chula, por cierto). «Relajante, poético, precioso, no como el puto comepeces de antes». (¿Algo así se trataba de que pensásemos, no?). En serio, muy chulo. Luego otro tipo raro, Mikael Sznyiel, francés, premio al mejor acto cómico en el Congreso Mundial de 2006 (FISM Estocolmo) divertida parodia de un tenor de ópera completamente majara. A continuación Jandro (¿he dicho ya que le admiro y quiero, y por ese orden?) presentó un efecto de escapismo, homenaje a Houdini, «la lechera». Para mi gusto, a contraestilo. Y sin la necesaria claridad en la exposición de las condiciones iniciales de imposibilidad. No sé, no sería honesto si dijese que es lo que más me gustó. O le sobra la cortina, o el escapado debería aparecer en un palco, o ha de ser mucho más evidente que la tapa de la lechera es completa y absolutamente imposible de abrir desde dentro. No sólo que no se puede estar tres minutos sin respirar (que eso sí quedó muy espectacularmente evidenciado, cada espectador con un globo, según terminaban sus apneas los iban explotando, al final el silencio), sino previamente que la tapa está cerrada con cadenas y candados a prueba de cualquier escape. Bueno, es lo mismo, ya lo hablaremos personalmente, si te apetece. Quizá yo esperaba demasiado de un juego de hace más de 100 años, quizá debí verlo más como sólo un clásico, sólo un mero homenaje, che, no sé, ya lo comentaremos.

Para finalizar, en la pantalla gigante el video de Úrsula Martinez, el que media España me pasabais por correo electrónico hace año y pico. Sí, el de la chica del pañuelito. Y, sorpresa, el video se para, la pantalla va fuera y aparece ella, sí, Úrsula, en persona. Genial golpe de efecto. Nadie lo sabía, no estaba anunciada, claro, ese número, sabiendo que viene, dejaría de tener gracia. El golpe de efecto fue ese, precisamente, el que apareciese de repente. Al final saludan todos, incluso, en un detalle de cortesía póstuma que le honra, Jandro manda entrar el fiambre de Rostov, arrastrado por el escenario en una especie de mortaja. La ovación, de época. El Principal loco, patas pa´rriba.

En conjunto, una pasada de gala. Genialmente pensada, muy bien coordinada. El lunes, al llegar al despacho y comentar con Ester, compañera, que asistió a las dos, a esta y a la del sábado (mañana os la cuento, para mi el espectáculo escénico más emocionante que he visto en mi vida), me alegró profundamente que me dijese que tanto a ella como a su marido les había gustado más la de Jandro. Me hizo sentir muy bien. Para gustos los colores. Afortunadamente.

Del resto del viernes, rápidito, que me enrollo:

Jumbo paella en el río, para 600 personas. Con riquísima queimada final a discreción, por invitación de la organización del próximo Congreso, Coruña 2010. Piano Magic Bar en el Ateneo, hasta las cuatro, claro. Con Ati y Ade, los amigos de Albacete que salen por ahí al lado en las crónicas veraniegas del Camino de Santiago. Y más gente, claro. Mucha más.

Cuatro de la mañana. Mi coche aparcado sobre el carril bus de la C/ San Vicente. Pienso lo que pienso y en la puerta del Ateneo decido tomar un taxi a casa: -«A la Avda. de Francia, 161, por favor». ………….llegando a casa, a menos de 50m. del portal, -«Ahora me lleva Ud., por favor, de vuelta al Ateneo». -«¿Ha olvidado algo el señor?», -«Sí señor, las llaves de casa»., «Enseguida, señor»……….Llegamos al coche, bajo, cojo las llaves de casa y vuelvo a subir al taxi: -«A la Avda. de Francia, 161, por favor»…………llegando a casa, mismo punto, a falta de los mismos 50m. pienso lo que pienso, recuerdo que el coche está sobre el carril bus, la puta grua municipal, en fin, que con toda la dignidad que me permiten la queimada y los gintonics de la larga noche me dirijo de nuevo al taxista , -«Y ahora me lleva Ud., por favor, de vuelta al Ateneo». -¿Ha olvidado algo más, el señor?», -«Sí señor, el coche»…………Tras cuatro trayectos Ateneo-casa-Ateneo-casa-Ateneo finalmente pago una pasta y me bajo en el lugar en que había empezado todo. Cojo mi coche y a la misma velocidad de un peatón que iba el pobre andando por la Avda. del Puerto, todo mosqueado conmigo, tras una hora y media de aventuras y desventuras llego, por fin, a casa a las 5:30.

Mañana más.

Ilusionados saludos.

P.C.: Hoy tampoco he entrenado, estoy con un trancazo más fuerte de lo que pensaba. Me he limitado a darme un masajito al medio día y currar como un cabrón el resto de la jornada. Mañana he quedado con Vanessa para nadar antes de comer. Ya os contaré.