Hola amigos, muy buenas.
Me pide el amigo Guille en un amable comentario a la entrada anterior que cuente algo de la penúltima excursión laboral a Madrid.
Daremos por hecho que se refiere a la parte ludico-gastronómico-festiva del viaje, dudo mucho que a nadie le interese lo más mínimo conocer el desarrollo de una Audiencia Previa en los colapsados Juzgados de Coslada (con acuerdo transaccional previamente alcanzado con la contraparte) . Así pues, centraremos el tema en la cena, ya que del impersonal, frío, desproporcionado, hotel en que me alojé (Auditorium Madrid) no tengo mucho más que decir que que la habitación que me dieron, por la amable gestión del buen amigo Felipe Treparriscos, superó con mucho mis expectativas y que el detallito del plato de fruta a la llegada siempre se agradece. Del resto de servicios del hotel, poco os puedo contar. Llegué a las 21:15h., a las 21:30 me recogió Hoffman para irnos a cenar. A las 04:00 me costó encontrar la habitación y cuando, sin siquiera desayunar, salí a toda prisa no estaba en mi mejor estado para ir valorando hoteles.
Del garito de la cena, Restaurante La Máquina, en C/ Sor Ángela de la Cruz, 22, (qué precioso nombre, el de la calle, digo) sin embargo, sí puedo contar algo más. Es un asturiano donde se combina la cocina clásica de toda la vida -la fabada, al parecer, la bordan, si bien la otra noche no se probó- con una barra de tapas y mariscos no menos tradicional. Dos ambientes muy bien definidos, la zona de la entrada, barra y mesas para comer en plan más informal y dos salones dentro, muy elegantes, con alfombras y decoración impecables. Guardarropía, aparcacoches, buen género, clasicismo y aparente buen servicio. De esos que luego, a poco que rascas evidencian lo complicado que es que el «buen servicio» sea bueno de verdad. Pero vaya, en descargo del chaval que nos atendió hay que decir que tampoco se lo pusimos especialmente fácil.
Cenamos en plan más bien informal, percebes (impresionantes), gambas cocidas, supuestamente de Huelva, vaya Ud. a saber, pulpo gallega (de locura) y la mejor ensaladilla que he tomado en tiempo. Y algo más que ahora no recuerdo, es lo mismo. Buen detalle el tener un champagne de la casa a precio razonable. Tampoco recuerdo ahora la marca, de una de tantas de esas pequeñas bodeguitas artesanas de por allí, en todo caso muy rico. Otra de sus especialidades «obligatorias» es el arroz con leche, en realidad más bien una crema de arroz con leche, con un aire a la crema catalana de siempre. Unos cuantos rones añejos, viejísimos, tan sabrosos como el mejor cognac, mal servidos, eso sí, completaron el tema. Ni que decir tiene que salimos de allí los últimos.
Tomamos unos gintonics sin más historia en un impersonal pub de por allí cerca y a las tres salimos hacia el hotel Auditorium al que, como ya se ha dicho, llegamos a las cuatro. Son cosas que pasan, a veces.
Con todo lo cual ya imaginareis que ni Casa de Campo el miercoles, ni nada que se le parezca. Eso sí, por la tarde, ya en Valencia, me marqué un entreno por el río de máxima calidad, 58´de carrera a pie incluyendo 2 x cuestas + 4 x gradas + 1km. de cambios de ritmo cada 100m. + una torcedura + un pequeño esguince que hoy me molesta un poco. Veremos.
Ilusionados saludos.
Comprate un bosu de esos y veras como las piedras te huyen para que no las pises, las torcerás tu… Que pedazo de cena, aun recien cenado me relamo.
Un abrazo mago
Por alusiones:
Noche mágica, nunca mejor dicho, por la compañía y por lo inesperado; «Hoffman, estoy en el Km 175 (no de Sables ni nada parecido) camino a Madrid. Xe prepara algún garito»
Todo eso a las 8 de la tarde de lo que presumía ser una tranquila noche de sofa y manta después de un largo día de labor y de un fresquito entreno de mediodía. Ya me costó, sereno y abstemio encontrar el hotelito de marras que es un mostrenco de 900 habitaciones y que no desmerecería en la calle 50 con la 6ª en Manhatan, al menos en tamaño. Lo de la vuelta fué de traca; Madrid, Coslada, San Fernando, Torrejón… carteles de Zaragoza por todas partes. El mago estaba viendo peligrar su presencia ante el juez para defender los intereses de un cliente «idealista»
No se como, pero al final lo encontramos; allí estaba, inamovible, sobrio, frio. El pu.. hotel Auditorium al fin era nuestro. Ahora solo me quedaba llegar a casa, pero eso, es otra historia…
En el medio magnifica cena en un clásico madrileño, eso si, con algún pequeño detalle de confusión con la vajilla para servir un ron de 23 añitos. Salvado ese lapsus y con la compañía de 2 habanos se perdonó el detalle (sobretodo porque nos obsequiaron con otras 2 copitas de zacapa centenario) Total nos bebimos 92 añitos en «un momentet» que sumado a lo que se certeramente se relata con anterioridad hicieron que la ingesta de calorías fuera suficiente como para afrontar media docena de maratones.
Estaba hasta el Miércoles muy con fiado en que la apuesta que tengo para Ronda la tenía casi ganada, sin bajar del autobús, pero con un par de «entrenamientos nocturnos» que tenga que compartir de nuevo con mi mago favorito, va a cambiar el signo de las apuestas en B-Win de manera dramática. Reconozco que Pepo está mucho más curtido que yo en estas batallas gastronómicas nocturnas, pero, «que me quiten lo bailao» Lo inesperado, cuando sucede, tres veces bueno. Buena castaña, si señor.
En la entrada no se menciona la suerte que corrió ese señor que tenía un pequeño pleito mercantil en el juzgado de Coslada. Visto lo visto, igual hay que buscarlo en Guantánamo.
Alcohólicos saludos mesetarios de aspirante a cientounero. Hip.
¡Vaya par! (quiero decir, ¡vaya par de tipos!)
No os diría que os envidio en todo, porque me daría muchísimo dolor pagar una cuenta como esa, pero desde luego da gusto leer a estas horas tamaño disfrute.
Como diria una flamenca en relación a la cuenta » Yo lo que quiero, es que me coma el tigre, que me como el tigre, que me coma el tigre».
Joder es que con gente así, perdono yo el sofa, la cama y si me aprietas el resto….
Un saludo, Señor Mago.
Estoy por meterme a triatleta aunque solo sea por la dieta 😉
Hola amigos, muy buenas.
Se agradecen vuestros amables comentarios.