Hola amigos, muy buenas.

Hay cosas que es bueno que no se pierdan. Por ejemplo, un par de pequeñas pruebas deportivas, entrañables, íntimas, no especialmente glamourosas que, curiosamente,  llevan ambas veinte años celebrándose, veinte años haciendo feliz a alguna gente, veinte años siendo el mejor inicio de las fiestas de Navidad para corredores y judokas, veinte años, en definitiva, de tradición de verdad, no como los Papás Noel esos que escalan por las ventanas y demás gilipolleces al uso. A cualquiera de las dos espero no faltar en muchos años.

 El viernes por la tarde, Campeonato Social de Judo del Sportiu Valencia. Acuden judokas, amigos, ex-alumnos, gente de toda España se escapa esa tarde para reencontrarse, siquiera ese día, con Toni Valcaneras, el sensei, el jefe, el maestro y con un montón de compañeros. Ex campeones de España, ex selección española se mezclan con los chavales que ahora están compitiendo por ahí, con los actuales juniors, seniors, con la creme de la creme del judo valenciano. Suso Alcibar, con quien yo hacía judo hace treinta años, actual 6ºDan, dirigente federativo, arbitrando en un Tatami, che, un ambientazo de gala. Lógicamente, a mi poco se me habría perdido por allí en circunstancias normales, pero considerando que Pepe estaba en el público, pensé que la mejor forma de hacerle entender cosas como lo de saber ganar y saber perder, lo de la importancia de participar y ser feliz, etc., era dejarme de rollos y ponerme el judogui. 

 En mi peso estaban Vicente Molina, Carlos Montoro  y Javier Ortiz. Cualquiera de los tres infinítamente mejor que yo, cualquiera de los tres quince años más joven que yo, con cualquiera de ellos mis probabilidades eran cero o tendentes a cero. Pero chico, ya que estábamos…Calentamiento, primer combate, con Montoro, salgo más pendiente de defenderme unos segundillos que de otra cosa, cuando me quiero dar cuenta, visto y no visto, Uchi-Mata que no me entero ni por donde ha venido y fin. El segundo, con Molina (a la postre, campeón del grupo) salgo más tranquilo, él también se ve que piensa darme algo de vidilla y sin comerlo ni beberlo le contro  de Ko-Soto-Gari y le marco un yuko (para mi, y para Pepe y Mar fue un ippon como la copa de un pino, pero vaya, como no arbitrábamos nosostros…) Hasta que faltaban veinte segundos fui ganando el combate, pero lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Me marcó un Waza-ari de Harai-Goshi (a fuer de ser sinceros, tan ippon o más que el mío de antes) y cuando me inmovilizó en el suelo yo estaba tan exausto que directamente abandoné. Un buen combate. El tercero fue el más rápido de toda la tarde. Javier, que ya había visto como yo perdía los dos anteriores, que se daba cuenta de mi agotamiento, que se sabía infinitamente superior, probablemente por todo eso, salió confiadillo. Le amago de Uki-Goshi de izquierda con inmediato cambio atrás, Ko-Uchi-Gari de izquierda, la técnica que más alegrías me ha dado en esta vida e Ippon. Inapelable. Ni él se lo creía, qué carita se le quedó al pobre, ni, por supuesto, yo tampoco.

Otra lección para Pepe, los combates hay que disputarlos, nadie ha ganado antes de empezar, tampoco nadie ha perdido, no hay enemigo pequeño. Ni que decir tiene que su cara de felicidad no tuvo precio.

Luego todos se fueron a cenar, yo a casita, con mi medallita de bronce como tercer clasificado del grupo, a recuperarme para el día siguiente, esto es, para ayer sábado, que tocaba Transcalderona.

La Transcalderona es una de esas carreritas por las que Correcaminos es el pedazo de Sociedad Deportiva que es. De Segorbe a Serra, 35km. por toda la Sierra Calderona. No competitiva, es más un entrenamiento colectivo que una carrera. Mi intención inicial, sabedor de que ni mi estado de forma, ni mi peso, son todavía, los de antaño, era hacer los primeros 23-24 y a la altura de la torre de los forestales atajar por el GR7 hasta la meta. Con lo que hubieran salido unos más que razonables 25-26km. Pero bueno, al llegar al desvío iba tan bien, tan a gusto, tan feliz con el entorno, con la montaña, con mis piernas, con mis pensamientos positivos, tan disfrutando iba que seguí y completé el recorrido entero. A mi aire, claro, despacito, sí, pero entero. 4h.28´en total, a saber: 1h.05´corriendo despacito, sin parar, en constante ascenso tendido, suave, unos diez kilómetros, hasta la Olivera Morruda, el olivo más bonito que conozco + 55´de muy dura subida a Tristán, unos 5km., la mayor parte andando (70%) y parte trotando suave en los repechos, un par de falsos llanos y un par de veces que me dió por ahí (30%) + 1h.20´de descenso hasta la Cartuja de Porta Coeli, 70% trotando, 30% andando y disfrutando + 1h. de la Cartuja a Serra, por Potrillos, alternando andar/correr al 50%. Un extraordinario entreno para Ronda. En meta están los veteranos del club, los fundadores, gente que lleva un montón de Transcalderonas, de Macrofondos, de Maratones corridas y, sobre todo, organizadas. Te reciben con trufas de chocolate, cava y los más bonitos aplausos que te puedas imaginar. No tiene precio.

 De allí nos fuimos todos a comer a Bétera, bien, claro, tras 4h.28´corriendo por montaña se come bien en Bétera y donde sea.

Con la salida a correr del miercoles y la bici de hoy (2h. muy relajadas, casa-perelló-casa, sin más trámites) la semana se resume en tres días de carrera a pie, de los cuales dos muy buenos + 1xbici + 1xjudo +1xPF.

Ilusionados saludos.