Hola amigos, muy buenas.

Lo escribo antes de que suceda, que luego, a toro pasado, ya vereis como salen muchos que lo intuían, que lo venían presagiando, que dirán que si estaba cantado, que si esto o que si lo de más allá.

Esta tarde, en la plaza de Valencia, con el papel agotado, como aquel que dice desde antes de salir a la venta, tal es la expectación que despierta Josétomás, el matador de moda, digo que esta tarde Vicente Barrera va a pegar un zambobazo que van a crujir las estructuras de la fiesta nacional.

No tengo nada contra José Tomás, al contrario, me encantaba en su anterior etapa, le seguí con máximo interés hasta su retirada, me gusta, y mucho, su estética, su aureola de misticismo, me interesó mucho su personalidad, su toreo en esos «terrenos imposibles», la pierna clavada a la arena que no se mueve pase lo que pase, las grandes gestas, los pequeños detalles, el valor de los símbolos, muchas cosas. Claro que me interesa, y no poco, Josétomás. Es cierto que me empieza a tocar un poco las narices la moda, el boom, el que de repente todos tengamos que ser tomasistas, no me han gustado nunca los toreros oficiales, de los que hay que ser porque toca. Dicho sea todo desde el máximo respeto y admiración. Idolatro a cualquiera que tenga huevos para no salir huyendo de la habitación del hotel a las tres de la tarde.

Pero esta tarde, amigos, espero no equivocarme, en todo caso prometo no ejercitar la opción de editar este texto, esta tarde es la tarde de Vicente. Hoy, de nuevo, una vez más, como siempre todo o nada, vuelve a ser el día en que todo cobra renovado sentido. Por vestirse hoy de torero se entiende el festival del debut, aquella mañana en Torrente, ya ha llovido, o la matinal de fallas en que de novillero, de blanco y oro, con dos series de naturales, siendo un perfecto desconocido -solo tenía esa, si no estaba bien, a casa, fin de la aventura- convenció a todo el mundo. Por no hablar de la novillada de Castellón (el día de mi vida en que mejor he visto torear a nadie, y hablamos de unos cuantos cientos, si no miles, de toros vistos), o la de Zaragoza, al día siguiente, o la Puerta del Principe una semana más tarde. Luego ya vino la la mixta con los hermanos Domeq y Curro en Valencia, en las Fallas del año siguiente (la primera vez en mi vida en que, tras no pocos intentos vanos en Sevilla vi, por fin, torear de verdad al Faraón de Camas, picado por lo que acababa de hacer Vicente) o la de la alternativa, sin ir más lejos, de nuevo a Curro se le desató el sentimiento, la de aquel día de San José con Manzanares y Ponce (Don Josemari, todo el mundo en pie, Dios, qué recuerdos, qué de viajes por toda España, un día escribiré algo sobre mi pasión por Manzanares, hoy «toca» Barrera). Ellos habían cortado dos orejas cada uno, en el sexto se clavó Vicente en la arena y cada uno de los estatuarios gritó desgarradamente que él no iba a ser menos ni que Ponce, Don Enrique, ni que Manzanares, casi nada. O la inolvidable tarde de los seis Vitorinos, en aquella Feria de Julio. O tantas y tantas otras. Lo del ave fenix, al lado de lo de Barrera, es una broma.

Pues eso, amigos, que esta tarde, con el debido respeto, un servidor no va a los toros a ver a Josetomás. Voy a estremecerme con el incontestable triunfo de un tipo excelente, gran torero, mejor persona, al que admiro y quiero. Y por ese orden, amigos quedan algunos, genios muy pocos.

Don Vicente Barrera, licenciado en derecho, matador de toros, valenciano, amigo de la infancia de Mar, sólo le pido a Dios que uno de los de Nuñez del Cubillo te permita quedarte quietecito, tirar de él, llevartelo detrás, dar ese suave cuartito de vuelta sobre los talones y voversela a echar adelante, una y otra vez, hasta decir basta. Te sacaremos a hombros, volverás a sentirte el rey del universo, disfrutarás, disfrutaremos, serás feliz, de nuevo, como siempre, con un toro yendo y viniendo a tu antojo. Gracias, de antemano, por rejuvenecerme un poco, por volverme a ilusionar, por saber a estas horas de la mañana que hoy será uno de esos pocos días en que la comida en La Sucursal sólo sera el preludio de algo realmente grande.

Vicente, torero, ¿suerte?, pá los que no saben.

Ilusionados saludos.