CALETA MARTIAL-PUERTO WILLIAMS

Hola amigos, muy buenas.

El día de año nuevo amanecemos en Caleta Martial. Como cada mañana, Atilio consulta vía Iriidium el parte meteorológico de los próximos días. En teoría nos quedarían tres días de viaje de regreso (hoy a Lennox, mañana a Williams y el día 3 a Ushuaia). Pero para el día 3 dan vientos del oeste muy muy fuertes. Y es fácil que no nos dejen salir de Williams, con lo que retrasaríamos la llegada al 4 con probable pérdida de aviones y demás. Decidimos navegar hoy de tirón hasta Puerto Williams, 55 millas, para mañana terminar en Ushuaia.

En definitiva, la travesía será un día más corta, el resto de nuestras vidas, por el contrario, tendrá un día más.

Salimos con mayor con un rizo y génova, que pronto será sustituida por trinqueta. Copio un poco de la libreta, que en el fondo, para eso la llevaba. Mis sensaciones, en directo: «Yo a la caña, entre islas, hacia Bahía Nassau y un buen rato más. Viento oeste 35´-40´. La caña tira mucho. Rachas de + 40 seguro. Jarcia silba. Navegación muy exigente. Resuelvo OK. Disfruto +/- 2h.

Ayer albatros, miles de aves. Hoy también. Delfines juegan, saltan, cabriolas, vientre blanco al aire, a 1m. de mi. No lleves a tus hijos a un delfinario, tráelos acá!!!!»

Dejo la caña y me da por pensar un rato en mis cosas, ensimismado ante tanta belleza. Al rato me sorprendo preguntándome porqué ayer, en Hornos, me emocioné tanto, si yo, en el fondo, en esto soy poco menos que un intruso. Entre las respuestas posibles que me voy planteando escribo una en la libreta que hoy casi me sonroja: «Por los marineros. Será por los marineros. ¿Me estaré convirtiendo en uno de ellos?»

Al rato vuelvo a la caña y, de nuevo….¡¡¡ Señoras, Señores, el Gran Delfin Show Bahía Nassau!!! Grandioso. Al lado mismo del barco, a mi altura, junto a mi, por la aleta de estribor, un delfín espectacular, grande, poderoso, salta no menos de un metro y pico o dos fuera del agua, en vertical. Al llegar arriba, el delfín se deja caer hacia atrás, como cuando mi hijo Pepe se tira de cabeza de espaldas a la balsa de casa, muestra todo su blanco vientre al sol y entra en el agua con una limpieza, con una elegancia, con una clase que quita el sentido. Estoy seguro de que lo ha hecho para mi, que está jugando conmigo, que no es que me vacile, es simplemente que me regala un salto, un instante, un momento glorioso. Por si tenía alguna duda, un par de segundos después la escena, el salto, se repite, ahora por la banda de babor. Dos metros fuera del agua, giro atrás y, zas, dentro. Y, como si el casco del KSAR fuese su particular columpio, de nuevo emerge por mi derecha, estoy a punto de llorar de la emoción, es indescriptible, pasa a menos de un metro de mi, casi podría tocarlo, flipo. Una última aparición por la otra banda y, hasta siempre, amigo. De verdad, hay cosas que no cabe describirlas así, en un teclado, frente a una pantalla, ya me gustaría, pero es que, simplemente, no se puede.

Seguiré copiando de mis notas, que eso, en el fondo, es más fácil, hasta ahí sí llego: «Viento era W, va rolando a SW al finalizar Bahía Nassau. +/- 30-35´, viento y mar por la aleta de babor. Grandiosa navegadita, con génova, trinqueta y mayor con un rizo. Pasamos entre Lennox y Navarino. Pizzas y Heineken. Sale el sol. ¡Qué día de Año Nuevo! Ni soñándolo. Mini-siesta y llegamos a Beagle de nuevo. Tierras conocidas, todo es familiar. Ahora rumbo W, viento sigue SW, fuerte (aprox. 35´) pero sin ola. Ceñida con mayor con 1R y 1/2 génova. Varios controles de radio de los chilenos y en Mackinley tb. de prefectura argentina.»

Y llegamos a Puerto Williams. Que esa tarde/noche estaba precioso. Imponente el Micalvi, como siempre, y a sus costados, abarloados, el resto:

Lo mismo, nada más que un poco más cerca. Será por fotos….

Cenamos más o menos rapidito. Hoy sí queremos ir todos a la cantina, que no en vano es la última noche del viaje. Cruzamos por sus proas los tres veleros que nos separan, llegamos a la cubierta del viejo dragaminas, pedazo de envoltorio para un bar de copas, sí señor, ya estamos ahí….Uy, que raro, no hay luz, uyuyuy, la puerta cerrada, uyuyuyuyuyuy, mierda….De repente le veo, todavía en el puentecito de madera que conecta el Micalvi con tierra firme, saliendo hacia la ciudad, llamaremos«ciudad» a Puerto Williams, sólo para entendernos. Corro tras él. Grito, supongo que angustiado, «LUIS, LUIS». Se para, llego a su altura, jadeando. De entrada me dice que no, que lo siente, que ya han cerrado. Mierda. Me identifico, «soy Pepo, estuve aquí el otro día, estuvimos hablando un rato…» Lo de «hablando un rato», obviamente, es una forma de recordar que «me tomé cuatro copazos como cuatro soles, yo solito, sin ayuda de nadie». Debo poner ojitos, mitad de súplica, de «por favor, no nos hagas esa putada», mitad de «hoy me da igual que sean cuatro que cuarenta y cuatro, abre el garito que no te vas a arrepentir». La cuestión es que me identifica, me recuerda, me reconoce y, supongo que en parte agradecido por lo del otro día, en parte por la caja que intuye, finalmente nos abre el local. De lo que, por cierto, no se habrá arrepentido. Seguro.

Ni por la caja, que es lo de menos, ni, sobre todo, por la que se lió. Llegaron unos franceses, dos familias con niña de unos 12 años. Mis amigos se empeñaron en que hiciese algún jueguecillo. Marcelo pasó al barco y me trajo un cabo y la baraja. Juego del ahorcado, con el cabo. Afortunadamente funciona y atraviesa limpiamente el cuello del mago. A continuación, un par de efectos con cartas a la chica, en la foto, el juego de las tres cartas, que se llama así por razones obvias:

y, por último, el desafío a la ley de la gravedad, la botella está llena, el agua no cae, el lápiz que sostiene el mago en la mano es introducido por su base, dentro de la botella, el agua sigue sin caer. Atilio, en la foto detrás de mi, creo que se estaba aburriendo como las ostras:

Vaya, que nos lo pasamos mal esa noche.

Y sí, sí, claro que sí, por supuesto. ¿Acaso lo dudabais?

La vuelta al barco, digamos que «complicadilla».

PUERTO WILLIAMS-USHUAIA

Típico último día en que sabes que se termina el sueño, intercambios de correos, direcciones, abrazos, promesas y compromisos de futuro. Mis escuetas notas del día:«Sin casi viento, a motor. Solecito. Beagle, precioso. Pasamos a un metro del faro de les Ecleures. Intercambiamos regalos, direcciones, etc. A las 17:00h. en Ushuaia. FIN»

Que no se diga que no colgamos fotos hasta el final.

Llegando al faro, melancólico, supongo:

Beagle por la popa, esto se acaba:

Sí, pero………Beagle por la proa, al oeste de Ushuaia, por ahí se va, por ahí iremos algún día, si Dios quiere, a los ventisqueros chilenos:

Llegando a Ushuaia, siempre Ushuaia, fin de trayecto, ahora sí:

En cuanto a mis derechos adquiridos:

1.- No creo que me ponga nunca un pendiente en el lóbulo izquierdo, salvo borrachera monumental y amigos inadecuados en el momento inoportuno. Un tatoo discreto con la latitud y longitud del Cabo, ese no se descarta.
2.- La probabilidad de encontrarme alguna vez con el Rey es muy baja. Que, además, ese día me pillase con sombrero (para no descubrirme), poco menos que imposible.
3.- Lo de orinar a barlobento, en fin, no quiero decir nada, pero a partir de ahora, yo no navegaría muy tranquilo en mi compañía.

Aquí lo dejamos.

Ha sido un auténtico placer compartir este sueño con vosotros.

De principio a fin, un lujo saber que lo valoráis y lo agradecéis. Más que eso, saber que lo sentís y que, de algún modo, lo hacéis vuestro. No siempre es fácil transmitir lo que uno siente en la mar, navegando. En este antro, afortunadamente, uno juega con ventaja. Sois de puta madre.

Muy agradecidos, muy ilusionados saludos. 

EPÍLOGO

Muy brevemente, que este, en el fondo, no deja de ser un foro de náutica, para contar que gracias al día de menos -al día de más, en realidad- pude cambiar el billete y adelantar un día el vuelo a Calafate (ciudad con menos interés turístico que Lepe, dicho sea con el máximo respeto por esta última, si no fuese por el Perito Moreno, a 80km.). Y darme el inesperado capricho de conocer está esta locura de glaciar:

Y luego, en Bariloche, descansar tres días en mi hotel preferido, La Sirenuse Lake Suites Hotel, con el mejor servicio del mundo y esta vista sobre el Nahuel Huapi desde la habitación:

El «Boliche Viejo», el viejo almacén donde se reunían Butch Cassidy y su banda, es hoy un lugar histórico que conserva el espíritu de aquellos tiempos. Fue el garito elegido para el último asado, el de la despedida, antes del regreso a la cruda realidad:

Por fuera:

Y por dentro:

Lo dejo. Ahora sí.

Besos, ternura, qué derroche de amor, cuánta locura……