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Hola, amigos, muy buenas.

La semana pasada me escapé con Mar a un sitio muy recomendable. Especialmente si te gustan los toros. Una finca preciosa en Vilches, en pleno corazón de Sierra Morena, «El Añadío». Resultado de varias divisiones familiares del original fincón del abuelo, Don Cesar Bueno, a cuyo nombre sigue lidiando la ganadera, su nieta, María Jesús. También como «Hermanos Gualda» se han anunciado sus toros y novillos. Varias generaciones ya de ganaderos fieles a un concepto, el clásico, el puro, el de toda la vida, a un encaste, el de Santacoloma, a una manera de hacer las cosas, bien. María Jesús no puede ni imaginarse a si misma criando toros línea Jandilla, Domeq, ni nada que no sean sus Santacolomas «de toda la vida», de toda su vida, ya se entiende. Aprovechando las viejas cuadras de la finca ha montado un hotel rural del máximo encanto, un sitio privilegiado, único, en lo alto de una loma desde la que se divisa toda la sierra, los cinco Parques Naturales a tu alrededor. A lo lejos, en días claros, ves Sierra Nevada y cerca, muy cerca, por las ventanas del salón en el que te tomas un gin tonic al calorcito de la lumbre, a escasos metros, los toros serios, en puntas, sin fundas, ni modernidades al uso.

Para allí que nos fuimos para compartir el segundo entrenamiento en el campo de Daniel García (el anterior fue una semana antes, en Alcabozo, Albacete, pero esa sería otra historia), un chaval de Vilches al que desde Rancho Viejo estamos tratando de echar una mano en los siempre difíciles comienzos. Le regalamos un par de novillos que toreó y mató a puerta cerrada. Tiene valor, mucho valor. Clase  y ganas de hacer las cosas bien para regalar. Hechuras de novillero, ambición, excelentes maneras. Educación y saber estar, todo el del mundo, el que le han transmitido Antonio, su padre, mítico picador de toros bravos y Raquel, su encantadora madre. En fin, que ya veremos, está muy verde, claro. Le falta oficio, sí. Pero podría ser, podría ser, podría ser… Lo que, de momento, no es poco. En la foto es el de la izquierda del todo:

A su lado, de izquierda a derecha, José Antonio Carretero, pedazo de  matador de toros, Antonio García, picador y padre del novillero, Rafi de la Viña, figura del toreo, amigo, socio, un crack, un servidor, Isidoro Ramos, novillero valenciano que tuvo su momento, su cartel, en aquellos añorados años 80, en Arnedo, Valencia, Madrid, dejó buenos recuerdos y, por último, María Jesús, la ganadera.

Ah, perdón, casi me lo dejo. En el público está el gran «Garbancito», ultrafondista, triatleta, maratoniano y sobre todo, buena persona y buen amigo que se desplazó ex profeso desde Murcia para echar con nosotros un grandioso fin de semana.

Tras los dos novillos de Daniel me di el capricho de torear una eralita de la casa. Salió buena de verdad. Brava, noble, colaboradora. Lo de Santacolma, cuando quiere salir bueno, sale extraordianrio. Dicen que con el capote estuve bien, fotos no tengo. La paré yo, le di unos cuantos lances y dos medias que no sé si serían muy buenas o no, pero aclamadas, desde luego, como las de Antoñete en sus mejores tardes. ¡¡Ventajas de llevar a los amigos a verte!!

Toreando de muleta sí hay un par de fotos. Un derechazo:

Otro:

Y una más, al natural:

No son gran cosa, pero sirvan como testimonio del gran rato que echamos.

Luego ya vinieron los gintonics y las magias varias. Ahí sí, el triunfo fue incontestable, tendríais que ver a Carreterao, ese pedazo de matador, ese torerazo, presentándome en cada juego de magia, entre risas, chistes, chascarrillos y buen humor al calor de la chimenea en un saloncito precioso, con los toros detrás de las cristaleras. ¡Qué tarde  ni soñándola! Y la cena, el amanecer en el campo, el canto del gallo como despertador, la niebla y el rocío de  la mañana como primeros aromas del día y la felicidad de compartir la felicidad.

Lo dicho, si podéis, no dejéis de escaparos un fin de semana al Añadío. Si aprovecháis uno que vuelvan a anunciarse Daniel y el Magopepo mano a mano, entonces ya lo bordáis.

Ilusionados saludos.

P.C.; trasteando con las fotos me he encontrado una, del pasado diciembre, de cuando me fui con el De la Viña a Lima, a ver un par de tardes de la feria de Acho. Después de los toros nos fuimos al hotel del Juli y Manzanares, a echar unos piscos con ellos. Mirad que dura puede llegar a ser la vida del turista aficionado a los toros:

Un abrazo, golfos.