Hola, amigos, muy buenas.

El «Magopepo», mi querido Muscadet, se botó en 1968. En los dos o tres años siguientes se entretuvo en participar, con éxito, en unas cuantas regatas por Baleares. Las pequeñas chapitas de plata que en aquellos años entregaban a quienes subían al podio todavía lo acreditan, orgullosas, decorando su sencillo interior de madera. Debió ser a partir de 1970 que, o bien dejó de quedar delante, vaya Vd. a saber por qué, o bien dejaron de dar chapitas de plata, o simplemente, lo más probable, por lo que fuese, los sucesivos cambios de armador lo alejaron de la competición.

Es este:

Por aquel entonces Txema, Txemita, mi amigo, compañero de tripu en el «Toletum II-Soloabogados», apasionado del mar, de la vida, de la gente, no es que no hubiese nacido,no, es que ni se le esperaba. Seis años menos que el barco tiene.

Este próximo domingo, 25.08, nos vamos a dar el capricho, mano a mano, de regalarle al chiquitín una segunda juventud, vamos a darle nuestro particular homenaje en forma de regreso a la competición. Cuarenta y tres años después el viejo 21 pies, uno de aquellos pioneros de la actual clase mini, elegido «bateau de siècle XX» por la revista «Voiles et Voliliers», digo que cuarenta y tantos años después, va a correr una linea de salida. Será en Oliva, en una regatita de club, entrañable, simpática, sencilla, tradicional, la «Memorial Pepe Frasquet». Está limpio, reluciente, aligerado de trastos absurdos y pesos innecesarios (con el suyo, con el de su casco de madera enfibrada, su orza y lo que pueda pesar nuestro cargamento de ilusión ya va bien, ya, no necesita más). Hasta un chisme de esos de sujetar el bote de cerveza le he instalado en el balcón de popa para que no le falte nada. Mayor nueva de trinqui, de Concept Sails, o sea, Walter Besteiro, para entendernos, foque y genova limpios de tintorería, huelen bien y todo y spinaker con bolsa nueva, también de estreno -la bolsa, no el spi. La tripulación, por último, o sea, Txema y yo, estrenaremos camisetas del Decathlon debidamente serigrafiadas para la ocasión:

Por cierto, que el domingo nos dio un sustito que, afortunadamente, no fue a mayores. Habíamos subido temprano Txema y mi menda, Denia-Oliva. Podría bacilar diciendo que a entrenar, o a reconocer el campo de regatas, o cualquier chorrada por el estilo. La cruda realidad es que subimos a almorzar como señores en la inconmensurable terraza de su Club Náutico. Ensalada, bocatas y las puntillitas con guindilla y huevo frito que los que conocéis, ya conocéis y los que no, no sé a qué esperáis. Cervezas, unas cuantas. Carajillos quemaditos de ron, dos por barba. Puro, risas, che, la vida que nos merecemos.

No foto, no almuerzo:

Total, que cuando nos hacemos el ánimo de volver a Denia eran las cuatro y pico de la tarde y soplaba ya de caliente el Lleveig nuestro de cada día. Mar y viento de proa. Olas guapas, 22-23 nuditos y allá que nos vamos los dos. Foque, un rizo y el barquito en estado de gracia. Tan bien íbamos que al final le solté la caña y durante más de quince minutos nos llevó el sólo, sin tocarla para nada, amurados a babor, ciñendo a placer. Yo con los brazos abiertos, abrazando la vida, la mirada arriba, a la vela, una mano sobre el balcón de popa, la otra con la cerveza por encima del cabo que hace como de guardamancebos. Txema, sonsoradito de cara, entre el sol y las birras, a unas cinco millas de la costa me anuncia que se baja a liarse un cigarrito. Le pido que aproveche y me suba otra cerveza. Ya os digo, íbamos disfrutando como gorrinos en una charca. Se baja y a los pocos segundos aparecen por el escalón, y por ese orden, por delante su mano con la cerveza solicitada (luego me contó que para no preocuparme en exceso, hay que joderse, el barco con una vía de agua y el colega me sube la cerveza, no me vaya yo a mosquear o algo) y tras su mano, su cara, más blanca que las velas del barco. «Pepo, tenemos un problemilla», la cara, además de blanca, como de mucho susto, «está entrando agua», la vocecilla claramente de pocas bromas, «mucha, Pepo, mucha». Uno de los portillos de metacrilato, concretamente el de proa, estribor, en algún golpe de mar se había ido al carajo, digo al agua. Y, claro, entre que el francobordo no es mucho, la escora y la respetable mar que había, el agua entraba como quería. Lo primero, rumbo a Oliva de nuevo, ya lo dice el dicho, mar de popa es medio puerto, en este caso fue puerto y medio. Achicamos, Txema dice que más de 500 litros, no sé, muchos, el agua la teníamos por encima del plan, a la altura de los tobillos. Reparación de fortuna con la maderita de encima de la tapa de la neverita, unas cuñitas de madera (pinzas de la ropa) y cinta americana a discreción. Y ale, a disfrutar de nuevo, ahora surfeando olas, pero vaya, con el susto aun metido en el cuerpo. Llegando a Oliva de vuela arriamos velas, arrancamos motor, enfilamos la bocana y, mira que risa, el motor que harto de olas pasándole por encima toda la tarde decide que va a participar un poco de la fiesta y se para a veinte metros de las rocas, con toda la mar del mundo por la popa empujándonos contra el puerto, metiéndonos en él, sí, pero con el mínimo gobierno de la caña y la inercia del barco. Sin tiempo material para ninguna otra cosa, vaya, ni para pensar en qué hacer, a palo seco, como Dios me dio a entender, lo metí hasta el bendito amarre 603. No querías caldo, emociones, adrenalina, pues toma, dos tazas.

 

Aquí le tenéis al día siguiente, lunes, amarrados en Oliva, con el hueco del p.portillo que se aprecia en la banda de estribor y todavía sin motor:

Al final, mejor que nos pasara todo el domingo pasado y no en la regatita que, esperemos, sea un poco más tranquila, que nosotros, de verdad, con llegar a la comida nos conformamos.

Lo dicho, amigos, algunos nos veremos el domingo, espero. Al resto ya os la contaré.

Ilusionados saludos.

P.C. del resto, lease preparación para Elbaman, poco que contar. Sí, pero no. 96,8. Chufa.