Hola amigos, muy buenas.

Si uno lleva un blog donde entran sus amigos a leer, cotillear, saludar, en definitiva, a saber como le van a uno las cosas, lo mínimo es ser honesto, sincero, no engañarse uno y no engañar a sus lectores. Por tanto, aun a riesgo de que alguno piense -equivocadamente, dicho sea de paso- que mis anunciados propósitos de recuperación no son serios os cuento la semana pasada:

Primero lo bueno, lo positivo. He salido “a entrenar”, ya me entendeis, seis de los siete días de la semana. Una sesión de 20´, tres de 30´, otra de 40´y un larguito de 50´ayer, por el Bois de Boulogne, fantástico. Siempre alternando andar y correr, al 50%, dos minutos y medio trotando, dos y medio andando, los últimos cinco trotando seguidos. A eso cabe añadir un día de bici urbana (13km. por Valencia) y seis o siete horas pateando el centro de París el sábado, con Mar. Y un día de descanso, el jueves, como mandan los cánones. Resumiendo, un buen balance deportivo. Muy bueno.

Y ahora, vamos con lo de París. Hace tres o cuatro meses, uno de esos días de exceso de optimismo, me inscribí en su maratón, saqué billetes de avión, reservé hotel y me olvidé del tema. Con lo que aunque, obviamente, no podía ni pensar en tomar la salida, para allí que nos fuimos Mar y yo, en plan novios, a echar unos días de relax, desconexión, recarga de pilas y demás. Eso sí, con la firme (¿he dicho firme?) decisión de no pasarnos, de hacer vida sana, cuidarnos, che, de no tener la primera vuelta a las andadas apenas dos o tres días después de hacer públicas mis renovadas buenas intenciones. Pero bueno, ya se sabe que la carne es débil, que el hombre propone y Dios dispone, en fin, que no ha podido ser. Eso sí, nos hemos pegado tres días, de verdad, de escándalo.

En síntesis: El viernes noche, cumplí un sueño de muchos años, y cuando digo muchos son muchos, no menos de veinticinco desde que lo intenté por primera vez. Cenamos juntos en un garito de culto, “La Tour d´Argent”. Foie de los Tres Emperadores, pato “Tour d´Argent”, ¡qué pato, qué pato!!!, sublime. El nuestro es el pato número 1.083.553 desde que en 1890 empezaron a contar los que sirven. Quesos, claro, y un crep al licor de mandarina para voverte majara. Kir royale al llegar, Sauternes con el foie y un Gran Vino de Borgoña, Pinot Noir, muy rico. Servicio de leyenda, entre portero, recepcionistas, ascensorista, nueva recepción arriba, jefe de sala, camarero “principal”, ayudantes de camarero, sumiller, ayudantes de sumiller, mozos, y demás, no menos de quince o veinte personas nos atendieron con una profesionalidad, categoría, clase, de otra época, de otros tiempos. Para repetir. De ahí nos fuimos al mejor garito del mundo, un cabaret en el barrio latino, “Aux Trois Mailletz”, de 12 a 4:40h., casi cinco horas ininterrumpidas de cabaret, fiesta, copas, risas. Nos acostábamos a las cinco, sin voz, rota la garganta de cantar, embriagados de felicidad, digo de …

Sábado, 40 minutitos por el Bois de Boulogne mientras Mar desayunaba y a patear París. Siete horas por todo el centro, repasando algunos sitios de toda la vida. Compras gastronómicas en Fouchon, qué tienda, y comida en otro al que le tenía ganas, “Au Pied de Cochon”, una brasserie típica, muy de ir los parisinos a comer, está abierta ininterrumpidamente, día y noche, sin parar, no ha cerrado sus puertas desde 1947. Ostras, steak tartare, quesos. Una única copa de champagne, otra de Burdeos, nada más. Razonable. La cena en Montmartre, en uno de tantos, mal. La culpa mía por no ir al Alsaciano que me gusta. Y, en ese momento, cuando estábamos a punto de irnos al hotel, la llamada temida/deseada/esperada, la llamada más peligrosa posible. Mi amigo de la infancia, mi hermano Alfonso Faubel, acababa de llegar a París, donde vive, tras una semana de aviones y hoteles por todo el mundo. “¿Qué haceis, tomamos algo…?” Jazz-Club del Hotel Le Meridien, actuación en directo de una banda de Boston, con un guitarrista Mike Nosequé genial. Mar gintonics, Alfonso y yo dos botellas mano a mano de un champagne rosado espectacular, poderoso, riquisimo. Un gran descubrimiento. PIPER-HEIDSIECK, Rosé Sauvage.
Ayer, domingo, tras el larguito de 50 y un rato en la multitudinaria meta del maratón animando a los corredores y conteniendo a duras penas alguna emocionada lagrimita, de nuevo la llamada de Alfonso: “Qué planes teneis para comer, os propongo algo…” . Algo sencillamente genial nos propuso. Con una neverita portatil, tres copas y dos botellas de Puligny-Montrachet, un Borgoña blanco de escándalo. Los dos pueblitos, Puligny y Chassagne comparten el más famoso pago de vino blanco del mundo, “Le Montrachet”, la quintaesencia del vino. Digo que con la neverita y las copas nos fuimos a hacer un picnic urbano, a tomar ostras “al aperto” en el mercado de La Bastilla. Directamente del puesto del mercado, el pescatero va abriendolas a toda velocidad y tú allí mismo, sentadito en la fuente, las vas degustando. De todos los tamaños, procedencias, hay una cultura de las ostras que aquí es poco menos que imposible de encontrar. Como anécdota, las mejores las Special nº 2, las del 1 son excesivas. El aperitivo perfecto, en medio del mercado, con sus gentes, su bullicio, su ambientazo, poniendote ciego a ostras y borgoña. De ahí ya nos fuimos a rematar la faena a otra brasserie muy correcta, Le Vaudeville, frente a la Bolsa de París. Luego irlandeses en un Pub irlandes cercano, gintonics en Le Fumeur, elegante Pub justo detrás del Louvre, tequilas en La Perla, otro elegante garito mexicano con más de cien tequilas distintas en la barra, algunas memorables, bronca con los gendarmes (que nos nos falte de ná, que no que no),cenamos unos crepes en el barrio latino y, como no, de nuevo a “nuestro” cabaret, Aux Trois Mailletz, a poner el broche final a la estancia parisina. Varios broches se le pusieron, por cierto, no uno ni dos.

Resumiendo, que la preparación bien, gracias.

Volveremos, por cierto, del 9 al 12 de octubre, a correr los 20km. adidas y, de paso, repetir lo del mercado con unos cuantos amigos.

Ilusionados saludos.

P.C.: el miercoles me peso e informo. Puede que, pese a todo, no salga tan mal, hemos andado mucho. -) -)

P.C. 2: Paseando el sábado por Les Halles nos llamó mi hijo, Pepe. Acababa de términar segundo en el Campeonáto Autonómico de Judo, tras perder en una final igualadísima, por decisión arbitral (o sea, empate, prorroga y en vez de penalties, gana el que al arbitro le ha gustado más, en fin…). Eso le convierte oficialmente en «deportista de élite», con algunas ventajas en el cole, con asistencia pagada a todos los programas de técnificación que se organicen, che que está muy bien.