Hola, amigos, muy buenas.

Hoy, 29 agosto 2014: 96,5kg.

Empieza la cuenta atrás, como en los viejos tiempos. En 2001 bajé, sin despeinarme, de 107 a 74. Simplemente, me puse y lo hice, sin darle más importancia. ¿Porqué ahora no va a poder ser igual de fácil?

Todo está en la cabeza, en ningún otro sitio que en la cabeza. Si ella quiere, el resto se alinea, se ordena en un minuto.

Cumplo el primer y principal requisito para tener éxito. El que hace que mucha gente fracase. ESTAR BIEN GORDO. Si no se está gordo, bien gordo, no se puede adelgazar bien. Mínimas escaramuzas, quizá sí, pero adelgazar, lo que se dice adelgazar de verdad, requiere estar bien gordo. Por ahí no tengo problemas, ya digo, lo cumplo con creces.

El segundo, quererlo, desearlo, esta vez sí. No confundir con «me gustaría». A todo el mundo «le gustaría», pero eso es otra cosa, eso no es querer, desear. Si «te gustaría» te ha de caer del cielo, como una lotería, y esas cosas no pasan. Si lo deseas, estarás dispuesto a hacer algo por lograrlo. Si lo deseas «de verdad», con toda tu alma, estarás dispuesto no solo a «hacer algo», sino a «hacer lo que haya que hacer». En ese momento, el resto es coser y cantar. Coges y lo haces, ya está. Punto. Es todo.

Lo haces porque quieres, esa es la historia, nada de fuerzas de voluntades (eso no funciona más que un rato), no, no es una historia de luchas de voluntades, de fuerzas, de nada de eso, no luchas, pasas simplemente a hacer exactamente lo que quieres, lo que deseas. ¿Hay algo mejor que hacer en todo momento lo que uno quiera? Pues eso, de eso se trata, de quererlo de verdad.

Y, ¿que es lo que hay que hacer? Cada uno sabe de sobra lo que ha de hacer, cada uno sabe de sobra lo que le va bien y lo que no, todos somos mayorcitos, la teoría la tenemos más clara que el agua. Es solo cuestión de deseo.

En mi caso, debería bastar con:

1.- Ni una gota ni media de alcohol. Lo que, por cierto, no vayáis a pensar que no me va a suponer un esfuerzo, pero es exactamente el esfuerzo que QUIERO hacer.
2.- No bocadillos. Ni uno más.
3.- Mucha fruta. Desayunar y cenar mucha fruta y poco más. Y entre comidas, los tentenpies y «resopones, de fruta. A voluntad, la que me apetezca.
4.- La comida principal, la de medio día, comer lo que haya, sin regímenes ni nada parecido, lo que haya. Eso sí, comiendo más de lo que engorda menos y menos de lo que engorda más. Pero sin amargarme la vida. Regalándome tantos caprichos sanos como me apetezca (gambas, pescadito fresco, buenas carnes, ensaladas de esas espectaculares, etc.) che, aprovechando para meter tantas experiencias gastronómicas placenteras como se presenten. Arroces, pastas, hidratos, sí, pero un único plato, moderado, sin repetir.

Con eso, y entrenando al menos el 80% de lo que me he planificado cada semana, dentro de ochenta días me presento en la salida de Valencia en un peso medio decente. ¿82-83kg.? Los otros siete u ocho que seguirán sobrando ya se perderán a lo largo del invierno.

Ya os lo iré contando.

Ilusionados saludos.

 

P.C.: Esta vez no hay «P.C.». Cuando ya has dicho/escrito todo lo que querías decir/escribir, ¿qué sentido tiene seguir aporreando el teclado? Ninguno. No, al menos, hasta que recibas algún comentario, algún guiño, alguna respuesta, lo que ahora los modernos llaman «feedback».

 

¿O, quizá, sí había «P.C.»? Vaya Vd. a saber.