Hola, amigos, muy buenas.

Vamos a hablar un poco de regatas, de cuatro buenos ratos disfrutados esta pasada semana que ha sido de esas de enmarcar.

El martes me invitó Dome, armador del «Cassiopea», un espectacular velero de 68 pies en el que está viviendo en la Marina Real, a ver en directo, en el mar, a escasos metros de la linea de salida, la primera regata de las TP52 Super Series, cuyo calendario se estrenaba este año en Valencia. Un espectáculo grandioso. La foto no es mía, es tomada prestada de Martinez Estudio, a quien espero no le moleste. En todo caso, no difiere mucho de la que hubiesemos podido sacar desde el «Cassiopea», de no haber estado ocupados con las cervezas y los canapés:

El miércoles, como todos los miércoles últimamente, cambié el almuerzo de medio día por dos horitas de vela ligera en la Escuela de la Federación, curso de perfeccionamiento de Match Race. Navegamos en un 595, lo pasamos de lujo, un buen KIt-Kat que se agradece en mitad de la semana.

El viernes al medio día me largué a Denia a hacer el traslado del «Magopepo» de Denia a Oliva, para la regata del fin de semana. Solos, solitos solos, el barco la mar y yo. Placentera, relajada travesía, con el mar de popa, por la aleta, dejándonos llevar por el Lleveig y las olas, surfeandolas, disfrutando como un enano. Llegada al Náutico de Oliva y sin más trámites, a su espectacular terraza para una noche de esas inconfesables en compañía de Jordi y Mario -armador y tripulante de «La Salada», precioso Hunter Europa que no veas como anda en las regatas- su amigo Miguel, de Miramar, Carlos y Carlos, del «Canó» . Cervezas, cazallas, gintonics, aromas del terreno, exhibición de truc, che, cuando habiendo confesado tantas cosas en este blog, digo que fue inconfesable, pues eso…

El sábado corrimos la primera manga de la regata. Oliva-Cullera, en compañía de mi buen amigo Fede, armador del «Mareón» que se vino como tripulante de excepción. Hicimos una salida de lujo, los primeros de veintidós barcos, sin complejos, viendo claro nuestro hueco, metiéndonos entre los grandes y pasando la linea con arrancada apenas un segundo después de la bocina. Navegamos bien, a gusto, aunque ni el rumbo -ceñida a rabiar la mayor parte de la regata- ni la escasa intensidad del viento fueron los que quiere el pequeño Muscadet. Cuando tienes casi cincuenta años, estás construido todo tú en tablero marino, desplazas tonelada y pico para 21 pies y tienes un buen lastre en tu quilla, lo que de verdad te pide el cuerpo es viento y rumbos un poco más abiertos. Al final, muy al final, se abrió el viento y nos dio para hacer la última media hora con spi arriba. No llegamos los últimos en real. Decimosextos en tiempo compensado.

Tarde, digamos, de relajado análisis con mi amigo Txema, que la corrió con el «Constancia» de Bernardo. Se incorpora Mar, que navegará conmigo el domingo, en la segunda manga. Copas, cena, paseo y a disfrutar de una noche romántica en la cama de proa del chiquitín.

Ayer, domingo,amaneció nublado, sin viento, de hecho hubo que aplazar el inicio. Por fin, a las 12:45 parece que se establece algo parecido a una ventolina de N-NE. Procedimiento de salida. Cinco minutos. Cuatro. Todos con sus mayores y genovas arriba. Me da la inspiración y decido que saldremos directamente con spi. Termino de montarlo. Un minuto. Mierda, estamos sobre la linea, parados. Izo medio génova y caigo al otro lado, por menos de medio metro, pero estamos dentro. Quince segundos, génova abajo, spi arriba, se hincha, cuatro, tres, dos, uno, salida válida, sobre la misma linea, de nuevo los primeros. (Es verdad que hoy, viendo la foto que ahora colgaré, veo que probablemente ni fuimos los primeros ni los únicos con spi, se ve otro barco al fondo, en linea con nosotros, pero vaya, en ese momento, la sensación era la de haber sido los únicos y los primeros). Mar me da una palmada de esas de anuncio de Mastercard. No me cambiaría por nadie del mundo.

Este es el momento:

regata CulleraA partir de ahí, navegamos en estado de gracia, peleando cada metro, orzando cada grado que podíamos para tratar de estar lo más afuera posible cuando se instalase el previsible garbí. Fuimos de los últimos en arriar spi -quizá, incluso, apuré en exceso, pero bueno, en ese momento iba tan a gustito… Sopla bien, sopla más, no querías viento, toma viento. Exigente de verdad  la última hora y media. Se forma mar -obviamente- que de proa nos frena, es lo malo de ser pequeño. Vamos en los límites, ciñendo, apurando, hay que pasar la escollera de Gandía, preferiblemente sin dar un bordo. Mar a la banda, arriba, abro lo justito la mayor para no irnos a la mierda, tratando de no parar el barco que por momentos vuela. Todo al limite, concentrado a muerte, disfrutando. Pasamos la p. escollera. Rumbo a Oliva. Arrecia el Lleveig. La ola ya es ciertamente antipática. ¿Rizo, no rizo? Debe andar alrededor de los 18 nudos, calculo a ojo de buen cubero, con rachas de veintitantos. Y de proa, pues aparenta más, ya se sabe. Seguimos, abro carros, abro un poco de escota y aguantamos, que queda milla y media y el «Canó» nos viene siguiendo, cada vez más cerca. Lo tenemos a cien metros, a cincuenta, a veinte, a dos esloras…..Llegada de infarto, si la regata dura dos minutos más nos habrían pasado.

Clasificaciones no tengo aún, es lo mismo. Supongo que el tiempo compensado no será malo, pero ya digo, es lo de menos.

Gracias, por último, a los Náuticos de Oliva y Gandía por las atenciones recibidas. Nos habéis tratado de lujo, nos habéis hecho sentir como en casa.

Es por fines de semana como este que uno tiene un velerito. y es por contarlo a los amigos que uno mantiene el viejo y semi-abandonado blog.

Ilusionados saludos.