O «como engordar cinco kilos en diez días». Que se dice pronto.

 Lunes: Al medio día, «Tratoria da Carlo». Tres pastas (linguine con trufa blanca, Gnochi relleno de queso con salsa fonduta, capricioso con setas de primavera), tres vinos («Mile Notte», Siciliano, de bodegas Donafugata, increible, «Barolo», el clásico por excelencia en Italia, el rey, «Amarone» de Valpoliciana, del Veneto, curioso, muy fuerte, con una personalidad muy definida, muy curioso).

Luego tres toreros con toros de «El Torero», o sea,  encaste Domeq, cómo no. Vicente Barrera, sí pero no. Mira que le aprecio, en el primero estuvo bien, por momentos me recordó al Barrera de la primera matinal, citando de largo, al natural, también en las manoletinas del final. Pero no, no pudo ser. Media con dudas, otra entera, delanterilla, tímida petición, hizo bien en no dar la vuelta. En el cuarto, inválido, sin fuerzas, intentó, en vano, cuidarselo, mimarlo, pero era imposible. Se alargó en exceso, sin sentido. Mar comentó algo así como que «Manzanares ya estaría en la ducha». En ese momento yo escribía, en mis notas «lo que tendría que haber hecho es no cuidarlo tanto en el capote, abajo, sin contemplaciones, se derrumba dos veces y o lo cambian o se monta el pollo». Hace años lo hubiese hecho, ahora no puede.

Me gusto Cesar Jimenez, con dos buenos toros, más en su primero que en su segundo. Buen toreo al natural, impresionante estocada.

A Talavante, pese a cortar una orejita, se le fueron dos señores toros entre toreo de bronce, que decía Chenel, arrimones sin sentido y composiciones varias de figuritas varias. Eso sí, los mató a los dos de sendos estoconazos.

En resumen, una tarde entretenida, lástima lo de Vicente.

Cena: en la falla, especial, despedida de la temporada, cada uno baja algo y…lo que pasa en esos casos.

Martes: Comida en «Burdeos in love», con un Sant Emilión Grand Cru muy rico. Tarde en Enópata Arzobispo, gintonic va, gintonic viene, preparando la cena del viernes. Cena en «La Goyesca».

Miercoles: Comida en Silla, «Rest. Dieciocho», bien. Buen bacalao, Barón de Ley 2001, excelente.

Jueves: Medio día en «Abadía de Espi». Como siempre, es decir, muy bien. Juan Carlos se traslada, a partir de septiembre a la plaza del Arzobispo, pared con pared con el Enópata. Miedo me da la placita. Recuerdo los inevitables hatillos de queso fresco y langostinos (nunca he pasado por donde Espi sin tomarlos) y las kokotxas. Y un Reserva Santa Rosa, de Mendoza.

De los toros recuerdo a Ponce, discreto en su primero, de Manolo González y que se quitó de enmedio sin especiales apuros al cuarto, una alimaña de Zalduendo con la que más de uno lo hubiese pasado mal de verdad. El Cid estuvo bien con un toro antológico de Manolo González, jabonero, repetidor, con clase, aunque no sé si tanto como para la vuelta al ruedo que le dieron. En el caballo no lo vimos. Oreja de ley. Toro que hubiese desscubierto rápido a un torero que no estuviese a su altura, no es el caso, el Cid lo bordó. Que al Fandi le regalasen las dos orejas más alucinantes de mi vida no hizo sino confirmar que el público de Valencia no es de plaza de tercera, no, eso era antes, ahora es ya de plaza portatil, de pueblo, de esas de carros. Y el presidente el tipo más inutil e ignorante de la plaza. Después de su asesor taurino, Antonio Puchol, padre, ya se entiende.

El cabreo por las orejas del granadino nos lo quitamos a la manera clásica, esto es, en la «Taberna Alkazar», a base de manzanilla, jamón y marisquito.

Viernes: La cena de la temporada. Merece un post para ella sola, que no sé si escribiré algún día. Pero merecerlo, lo merece. «Enópata Arzobispo» cerrado para nosotros. Cocinero invitado Santi Soler, de Tutipaina, mi cuñado. Champagne Andre Clouet de bienvenida. Aperitivos (gazpachito, cecina de ciervo rellena de queso fresco y montadito de queso de cabra fundido sobre piña) y bacalao cocido a 62º con blancos de Mallorca, de Miguel Gelabert, a partir de cuatro variedades autóctonas. Pintada rellena que nos tomamos con unas cuantas magnums de una edición especial de Bodegas Calzadilla, de la Alcarria conquense, homenaje a Fernando Alonso. Espectacular. Postres con tinto dulce argentino, Malamado, variedad Malbec, recordando a los buenos oportos. Todos los vinos presentados por Juan Ferrer, el Enópata. Gintonics perfectos, magia, canticos, arias, risas, una noche genial.

Sábado: paellita familiar en Denia, en casa, con un montón de invitados. Lo típico en esos casos. Mucho Andre Clouet, mucho Azpilicueta, mucha copa, algo de magia… menos mal que la balsa sigue operando milagros.

Domingo: Mar,Pepe y yo -Macarena está de campamento- hacemos Valencia-Mareny en bici, como primera etapa del reto Valencia-Denia. Comemos en «Sucrer», un clásico de la zona, un buen arroz del senyoret. Muy digno cava valenciano (Reserva de la familia de Dominio de la Vega)  con las entraditas + Protos roble, tinto joven, con algo de madera, sin llegar a ser un crianza. Para el arroz, perfecto.

La cena en la Pizzería de Paquito no se merece ser comentada aquí. Chufa.

Lunes: completamos lo de la bici, esto es, hacemos Mareny-Denia. Al final, 100km. en dos días, 35 el domingo, 65 el lunes. Mar con la bici de señora que hasta el lunes solo usaba para ir a la compra, con la cestita delante, de paseo, con su timbre, su luz, su portaequipajes, sus guardabarros, un repetable hierro. Pepe con una de montaña de juguete, de esas de 100 euros. Un par de campeones. Descansamos de restaurantes, lo que, comiendo en casa en Denia, y con el hambre que traíamos, tampoco debeis traducirlo precisamente por «se tomarían una ensaladita».

Martes: 14º aniversario de boda. «La Sucursal». Amancio 2001, uno de los mejores vinos de toda La Rioja. Antes Krug, después Niepoort Tawny 20 años y cognac Henessy XO. Cocina soberbia, como siempre, las estrellas Michelín no las regalan. Algún fallo de servicio, inadmisible en un garito de ese nivel. A mi no me puede Ud. decir que no hay servicio de puros «porque Manuela está de vacaciones». Que las rebajas son en El Corte Inglés y aquí no he visto carteles con descuentos. En fin, que si la sumiller se marcha ponga Ud. otra, o que se vaya cuando Ud. cierre, o haga algo, pero no tenga a una chiquita que no distingue 2001 de 2004, que no sabe qué es un cognac, que confunde Armagnac con Armani y a lo más que le suena un Napoleón es a cuando estudiaba historia en el instituto. Y cenamos de lujo, eh, y me encanta «La Sucursal», y volveremos, por supuesto, pero hay cosas a las que no hay derecho.

Miercoles: cumpleaños de Pepe. Comemos los tres en «La Montaraza», chuletón de buey a la piedra (1kg.) con Pesquera. Antes dos tonterías, después un pacharán de época. Cena inconfesable en un centro comercial, con sus amigos. Lo siento, son cosas que a veces pasan.

Hoy, jueves, último día de este loco julio, primero del resto de nuestras vidas: un par de martini cocktails en «Acuarium» que se complican y degeneran en comida a base de picoteo variado con unas cuantas cervezas.

He cenado, por fin, la primera ensalada + manzana y nada más desde antes del IM.

Mañana nos vamos mar y yo a Almansa, a hacer seis etapas del Camino de Santiago. ¿O, mejor, debería decir a hacer «Del Pincelín a Las Rejas andando»?

Ya os lo iré contando si pillo algún ciber por ahí.

Ilusionados saludos.