Hola amigos, muy buenas.

Dieciseis horitas dando brazadas, pedales y trotando/andando por el mundo convierten en Ironman Finisher a cualquiera. Hasta a un gordo como yo, llegado el caso.

Bien, todo muy bien, rozando la perfección, dadas las circunstancias. Nadé como pude, como sé, es decir, mal. Especialmente mal a la ida (1.900m. en 1h.01´), un poco mejor al volver, con el solecillo de cara, la mar preciosa, yo ya más relajadillo (otros 1.900m., ahora en 50´). Pero vaya, que salí del agua vivo, entero y con ganas de subirme a la bici, que, en el fondo, es de lo único que se trataba.

El segundo segmento lo hice medio bien. A mi ritmo, muy tranquilo, dejando pasar e irse a los maquinorris diversos con sus megabicis espaciales, sin picarme con nadie, pasando de todo, buscando el ritmillo ideal. Eso sí, con un dolor de pies desde la salida de los de verdad. Estrenaba zapatillas (las mías de siempre se habían quedado inoportunamente olvidadas en casa). las calas me las habían puesto a ojo de buen cubero, che, un desastre. Desde el primer kilómetro fui con un respetable dolor en las plantas, los últimos diez o doce, cuando ya era insoportable del todo, con los pies fuera de las zapas. Las dos primeras vueltas (70 + 70 km. ) con el plato grande, pero sin forzar, la última (40km. ) con el plato pequeño, en plan Verano Azul, esquivando amagos de calambres, sorteando limpiamente los conatos de agarrotamiento muscular, tomandole el pelo al cuerpo, al alma, a los pies, a todo lo engañable a base de viejos truquillos de combate traidos directamente del desierto hace cuatro días.  Al final 7h.30´, más o menos, de bici. También esto podía haber sido mucho peor. Desde luego que sí.

Y una maratón poco menos que perfecta, insisto, dadas las circunstancias. Exactamente, al minuto, al segundo, cada uno de los kilómetros, tal y como previamente los venía visualizando en los últimos kilómetros de la interminable bici. Me propuse hacer los primeros 10km. del maratón trotando  a  7´/ Km (lo que, en mi actual estado supuso el auténtico esfuerzo deportivo del día, hablamos del mismo ritmo al que hace tres semanas me salió el cross de Villena, 4km.) , los siguientes 10km. a 8´/km., alternando andar a 9 y trotar a 7, y del 20 a meta, si había hecho los primeros como me proponía, ya dispondría de margen de tiempo más que sobrado para ir como me saliese de las zapatillas. Lo clavé. Los primeros diez disfrutando de la agonía que me suponía la autoimpuesta obligación de correr un poco, 1h.10´exacta, el segundo diezmil alternando andar y correr, vaya, lo que veníamos entrenando específicamente todo este tiempo pasado, para que luego digan de mis entrenos, 1h.20´de reloj. En ese momento eché mis cuentas, todo estaba en orden, tenía tiempo de sobra, me puse un cortavientos para el fresquillo de la noche y disfruté, ahora sí, ahora de verdad, durante otras 3h. 20´ del placer de la soledad, de la satisfacción de ir sabiendote vencedor, de las sensaciones de estar haciéndolo de nuevo, del goce de estar vivo, en carrera, de las noticias que Mar me iba dando de las orgullosas llamadas de los niños, de la compañía a ratos de un guiputxi muy majo, Jon, de todo, che, de todo lo que se puede disfrutar en esos 22 kilómetros de adictiva gloria bendita.

La entrada en meta, como os podeis imaginar, inenarrable. Con Mar, muy despacito, saboreando cada metro, cada flash, cada detalle. La megafonía dedicandome inmerecidos elogios, los amigos esperando, felices, abrazos, besos, una pasada, una auténtica pasada.

Orgullosos saludos.