ALICIA

Hola, Alicia, mi querida amiga, muy buenas.

Donde quiera que estés,  te gustará saber que el próximo 16 de febrero se va a celebrar la  2ª Edición de la Maratón de Cobeña, este año, además, «Memorial Alicia Valverde».

Nuestra inquebrantable relación data de los ya lejanos tiempos de la Facultad de Derecho, promoción 82-87. Juntos organizamos un inolvidable viaje de fin de carrera a Italia y Grecia, recuerdo como si fuese hoy el día en que me amenazaste con «dejar de ser mi amiga» si esa noche no te asignaba una habitación con tu Josepepe del alma.

Juntos hemos compartido toda la vida. Bodas, viajes, nacimientos de hijos, bautizos, comuniones (la de Macarena y Sara las hicimos coincidir y celebramos conjuntamente para no perdernos cada uno la del otro), viajes, tantos y tantos, Granada de novios, Florencia, París, Roma, Sevilla unas cuantas veces, montones de fines de año juntos, cientos de pequeños momentos, miles de ilusiones compartidas, la compra de cada casa, los aprobados de los niños, todo, che, todo, toda una vida. Por no hablar de carreras, oficiales, largas, cortas, entrenamientos, maratones (nunca olvidaré tu emocionado aplauso, ya casi desiertas las gradas del estadio, cuando terminé mi primera, febrero de 2002), cientos de ellas, Ronda, más Ronda. Y trotecillos por la Vallesa, por la playa, por Denia, por donde se terciase. ¡y que decir de aquellos inolvidables 20km. de París! El 10/10/10 a las 10h.10´10´´ cruzábamos juntos el Sena, sonrientes, felices, con el primer puto cancer ya olvidado y las ostras y el Borgoña a discreción esperándonos en meta. O aquellos inolvidables cocidos en El Oso de Cosgaya, después de darnos el capricho de correr otra Panes-Potes. Y tantas y tantas otras.

Una de las cosas más bonitas de mi vida, que recordaré siempre, me la dijiste hace poco, ya enferma, debil, sí, pero con esa dignidad personal en la mirada que te hizo tan especial hasta el último minuto. «Sabes, Pepo -me dijiste, como si tal cosa- en todos los mejores momentos de mi vida, siempre estabas tú a mi lado, los días más divertidos y felices de mi vida, todos y cada uno de ellos, los he compartido contigo». Lo estoy escribiendo, desde el recuerdo, y no puedo evitar emocionarme.

Donde quiera que estés, amiga, te gustará saber que todas y cada una de las lágrimas que necesariamente se me escapan escribiendo estas líneas, no son exactamente de duelo, no. Ya lo dejaste dicho, con Serrat, «y a mi enterradme sin duelo, entre la playa y el cielo», son sólo mis más íntimos y emocionados recuerdos, que se me desbordan. Te gustará saber que te recordamos todos y que ya que el bueno de Hoffman te ha dedicado esa segunda edición de su linda carrerita, chapeau, amigo, allí estaremos todos, homenajeando tu recuerdo, tu entrañable memoria. Yo, además, sabes que te lo prometí, me presentaré flaco, en forma, como en los viejos tiempos. ¡Qué menos! Y nos reiremos, y después de la carrera, con las piernas como palos, ¡cómo te gustaba esa sensación!, comeremos una paellita, nos beberemos Reims entera y, eso espero, donde quiera que estés, desde una delantera de palco, podrás vernos, sentirnos cerca y compartir esa sonrisa que luciremos todos, la de las grandes ocasiones.

Dicen que nadie muere del todo hasta que muere la última persona que le recordaba. Tranquila, amiga, somos muchos, ¡te queremos tanto!, no te vamos a olvidar fácilmente.

Espérame en el cielo, Alicia. Hemos compartido todo lo bueno que nos ha regalado esta vida, también en la próxima quiero que echemos cuatro buenos ratos juntos.

Un beso, guapa.