Hola amigos, muy buenas.

 Os cuento. Ayer, lunes, primer día de madrugón para bajar a la playa, a nadar un rato con el neopreno. Primera noticia: El trajecito me cupo. No sin esfuerzo, por cierto, pero me embutí dentro como pude y aunque no logré cerrrar del todo la cremallera, técnicamente puede considerarse que me lo puse. Nadé nueve minutos, nueve. Dato que permite varias lecturas. Habrá quien piense que no es mucho. Vale. Yo me consuelo pensando que el año pasado el primer día que bajé a la playa con el neopreno fueron cuatro. O sea, que este año han sido más del doble. Iremos progresivamente aumentando la dosis. Mañana espero que sean ya quince o veinte. Y poco a poco alguno más.

 Luego, por la tarde, aunque ayer no me tocaba correr, en previsión de que hoy no iba a poder ser, me adelanté la carrera a pie de hoy martes. Hice exactamente los cuarenta minutos de lo que Pablo llama «carrera regenerativa». O sea, rascándote las bolas. Yo tengo mis dudas de que regenere nada, pero hecha quedó. Con unas muy buenas agujetas del fin de semana, por cierto.

Y, por último, todo seguido me metí una buenísima sesión de estiramientos. Ni me acordaba ya.

De ahí al casal de la Falla Arquitecto Alfaro, donde estamos jugando el campeonato de Valencia de truc. De momento van dos ganadas y dos perdidas, será muy difícil pasar a la siguiente fase. Ganar ese campeonato algún año, esa sí sería la ilusión de mi vida. El balance de anoche se resume en tres o cuatro whyiskies y a las dos a la cama.

 Hoy hubiese debido hacer natación. En vez de eso me he metido el madrugón para hacer Valencia-Coslada en coche, reunión tensa, dura, muy áspera, pantagruelica comida en un asador junto a la A2 y viaje de regreso comentando con el cliente la jugada. Ya nadaré mañana temprano, si Dios quiere.

Para mañana tenemos natación matinal, yoga al medio día y series por la tarde. Por la noche, más truc. El jueves he quedado al medio día con Paz, triatleta, de correcaminos, inscrita al IM de Zurich, en horas bajas de motivación, para rodar tres horas con las bicis, subir alguna cuestecilla y explicarle lo de siempre, las viejas historias de siempre, las de toda la vida. Nada que ella no sepa ya. Se tratará sólo de volver a creerselo.

Ilusionados saludos.